PLUMA INVITADA

2023 fue un año terrible pero quizás también el mejor hasta ahora para la humanidad

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Al cierre del 2023, los civiles estaban muriendo a un ritmo impactante en la Franja de Gaza y es posible que se reanude el genocidio en Darfur. Un hombre acusado de 91 delitos graves lidera las encuestas presidenciales estadounidenses, y nuestras emisiones de carbono amenazan con freír nuestro planeta.

Pero algo más también es cierto: de alguna manera, el 2023 quizás hayas sido el mejor año en la historia de la humanidad.
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¿Cómo puede ser eso posible?

Quizás la peor calamidad que le puede ocurrir a un ser humano es perder a un hijo pequeño, e históricamente, casi la mitad de los niños en todo el mundo murieron antes de cumplir 15 años. Esa proporción ha disminuido constantemente desde el siglo XIX, y la División de Población de las Naciones Unidas proyecta que en 2023 se alcanzó un mínimo histórico en la mortalidad infantil mundial, con solo un 3,6 por ciento de nacidos que murieron antes de los 5 años.

Es la cifra más baja en la historia de la humanidad. De todos modos significa que alrededor de 4,9 millones de niños murieron este año, pero eso es 1 millón menos de los que murieron en 2016.
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O consideremos la pobreza extrema. También ha alcanzado un mínimo histórico, afectando a poco más del 8 por ciento de los seres humanos en todo el mundo, según proyecciones de las Naciones Unidas.

Todas estas cifras son aproximadas, pero al parecer unas 100.000 personas están saliendo actualmente de la pobreza extrema a diario, por lo que pueden tener mejor acceso al agua potable, alimentar y educar a sus hijos y comprar medicinas.

' Algo que aprendí hace mucho tiempo como periodista es que cuando nuestra cobertura es incesantemente negativa, la gente se desconecta y se da por vencida.

Nicholas Kristof

Nada de esto alivia el dolor de quienes han perdido a sus hijos en 2023, ni es un bálsamo para quienes están atrapados en guerras o catástrofes climáticas. Sin embargo, al final del año, vale la pena reconocer este trasfondo de progreso, no para distraer a nadie de todo lo que va mal, sino para recordar que cuando nos esforzamos lo suficiente, podemos lograr cosas asombrosas. En este momento, al observar la angustia mundial, diría que no nos estamos esforzando lo suficiente.

Suelo escribir una versión de esta columna cada año por esta época, y molesta a muchos lectores. Creen que es ofensivo aclamar el progreso cuando tantas personas están muriendo innecesariamente a causa de guerras y enfermedades, cuando el futuro les parece tan sombrío. Entiendo su punto; he dedicado mi carrera a cubrir genocidios, guerras y pobreza. Pero algo que aprendí hace mucho tiempo como periodista es que cuando nuestra cobertura es incesantemente negativa, la gente se desconecta y se da por vencida. Si queremos abordar los problemas —desde la guerra entre Israel y Hamás hasta el cambio climático— entonces ayuda saber que el progreso es posible.

Otras noticias de salud también son alentadoras. Son un reflejo de la forma en que las herramientas de salud pública están detrás de muchos de los avances en el bienestar. Dos terribles enfermedades están a punto de erradicarse: la polio y la dracunculiasis (también conocida como enfermedad de la lombriz de Guinea). Solo se han notificado 12 casos de poliovirus salvaje en todo el mundo en 2023 (también hubo pequeñas cantidades de polio derivada de vacunas, un problema secundario), y 2024 podría ser el último año en el que se transmita el poliovirus salvaje. (Un reconocimiento a Rotary International por su heroico trabajo contra esta enfermedad). Mientras tanto, solo se notificaron 11 casos de dracunculiasis en humanos en los primeros nueve meses de 2023. (El reconocimiento en este caso es para el expresidente Jimmy Carter por su extraordinaria labor contra el parásito.)

Del mismo modo, el gobierno de Estados Unidos aprobó recientemente nuevas técnicas de edición de genes CRISPR (sigla en inglés de “repeticiones palindrómicas cortas, agrupadas y regularmente interespaciadas”) para tratar la anemia de células falciformes, y la esperanza es que enfoques similares puedan transformar el tratamiento del cáncer y otras dolencias. Otro hito: se han aprobado nuevas vacunas contra el virus respiratorio sincitial (VRS) y la malaria, y se espera que ambas salven vidas de niños.

‌El tracoma que causa discapacidad visual también está desapareciendo en varios países. Una mujer que padecía tracoma en Malí me dijo una vez que la peor parte de la enfermedad no era la ceguera sino el dolor insoportable, que, según ella, era tan doloroso como el parto pero duraba años. Así que estoy encantado de que Malí y otros 16 países hayan eliminado el tracoma.

Por supuesto, quienes ven 2023 como un año notablemente sombrío también tienen razón. Mi reportaje sobre Medio Oriente a finales de este año fue personalmente deprimente, y el cambio climático amenaza con revertir los avances en naciones pobres como Bangladés y Madagascar. Sin embargo, la desesperación es paralizante, no fortalecedora. Parece contradictorio en un mundo rebosante de dolor, pero la tendencia más importante del mundo en mi vida podría ser la revolución en la mortalidad infantil, la enorme disminución de la pobreza global y el gran aumento de la alfabetización del que muchas personas parecen no ser conscientes.

Destaco este trasfondo de progreso para que, en 2024, pueda fortalecernos y logremos afrontar todos los demás sufrimientos que persisten.

c.2024 The New York Times Company

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