REGISTRO AKÁSICO

Acusaciones maliciosas

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En una audiencia judicial, un testigo presta declaración después de identificarse con un documento de identidad con falsedades. Jamás podrá señalarse al juzgador de culpabilidad en ese delito, donde claramente el sujeto activo es el falsario. Ya ocurrió, no se está inventando el hecho.

' El Poder Judicial olvida la necesaria imparcialidad al dejarse manipular en asuntos políticos.

Antonio Mosquera Aguilar

Igual ocurre en la práctica notarial. Al momento de dar fe pública, se hacen constar los hechos. Si un sujeto acude con un DPI de otra persona fallecida que se ha agenciado por oscuros caminos y se hace pasar por la misma, quien comete el delito es el tramposo, jamás el notario. Quién así actúa, lo hace bajo la impostura fabricada por guardar parecido con la foto del documento y efectuar una firma similar a la consignada en el documento.

En general, en una actuación notarial y hasta en las judiciales, no se abre la memoria contenida en el microchip o circuito electrónico donde se guarda información sobre el titular. En efecto, el cuadrado metálico adherido a la tarjeta muy raramente se lee. Además, se tiene presente la importancia del acto. En caso de negocios como compraventas, se busca conocer a los sujetos. Direcciones de vivienda, oficinas y conocimiento en entidades bancarias. Pero hay otros actos donde basta la asistencia y estampar la firma.

Todos han visto, casi siempre en parques, la instalación de un gazebo para solicitar firmas. Peticiones de diferente naturaleza: proteger un bosque, lago, etc. También protestar por la contaminación de un lugar, la deforestación, contra la minería, etc. Finalmente, los partidos y movimientos cívicos suelen llamar a los ciudadanos a patentizar su adhesión de la misma manera. Para evitar que los firmantes se desdigan, se suele pedir a un notario exprese la veracidad del acto: asienta la llegada de una persona, se identifica y firma. Nada más.

Obvio, los ciudadanos pueden renunciar a ser considerados militantes partidarios. Para el efecto, necesitan acudir al Registro Electoral y llenar una solicitud, igualmente, acreditándose con su DPI. No hay que presentar una gota de sangre, un algodón empapado de un frote epitelial para examen de DNA y cosas por el estilo. Nos encontramos en una sociedad donde la mayor parte de la ciudadanía actúa de buena fe y no gana nada con inducir al error.

Cuando se agrían las oposiciones y aumenta la conducta maliciosa en materia política, se suele recurrir a estratagemas y recursos ilegales. Enviar a un provocador a una reunión del oponente, fingiéndose ebrio y lanzar insultos a gritos; confundir día u hora con anuncios públicos; son artificios para disminuir apoyos y solvencia en el adversario.

Una estratagema consiste en lo siguiente: 1. conseguir un DPI de un fallecido, 2. buscar una persona que se parezca, 3, hacer que firme una hoja de empadronamiento donde se hace constar la presencia por la autenticación de las firmas por un notario. 4. Dar a conocer al revisor en el Registro electoral, la existencia de esa firma, entre las miles que tiene que cotejar. De esa manera se ubica rápidamente. 5. Armar el escándalo con partidarios en radio, prensa, comunicaciones de internet, etc. Y 6. Hacer la denuncia en un tribunal poco avisado o muy hablado, para perseguir penalmente al notario cuando también es candidato.

Es muy triste cuando una ciudadanía es poco crítica, manipulable, y presta atención a astutos embaucadores para, en el sentido griego, afianzarse como una majada de idiotas. En la Grecia clásica, los idiotas eran quienes atendían solo sus intereses privados, sin ocuparse de los asuntos públicos. No se trata de un insulto generalizado, sino una expresión de pena.

ESCRITO POR:

Antonio Mosquera Aguilar

Doctor en Dinámica Humana por la Universidad Mariano Gálvez. Asesor jurídico de los refugiados guatemaltecos en México durante el enfrentamiento armado. Profesor de Universidad Regional y Universidad Galileo.