SI ME PERMITE

Alfabeticemos al prójimo para poder integrarlo

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“Un país no es más fuerte por el número de soldados que tiene, sino por su índice de alfabetización”. Malala Yousafzai

Cuando queremos definir a una persona que es alfabeta es como cuando presentamos a alguien que habla mi propio idioma, sea este verbal o por escrito, porque en ambos casos, cuando no se puede hacer lo uno se aplica lo otro. Se cuenta que en la Primera Guerra Mundial mandaron a un soldado analfabeta con una nota en la mano que decía: “Cuando el presente llegue es para fusilarlo”, y los que recibieron la nota cumplieron las órdenes que el individuo portaba.

' La persona correctamente alfabetizada se transforma en aliada nuestra para el resto de la vida.

Samuel Berberián

Es necesario llegar a la convicción de que el saber leer y escribir no es un lujo en la sociedad a la que pertenecemos, sino que es considerado como de primera necesidad. Por ello no solo debemos apoyar todo esfuerzo de alfabetización, sino promoverlo, y muy especialmente, cuando conocemos de alguien que no lee y escribe, tratar por todos los medios de convencerlo para que cambie y se integre a la sociedad a la que pertenece.

El que lee y escribe es como el viajero que sabe a dónde va, y nunca en el viaje se encontrará en un callejón sin salida. Por ello, el trabajo de alfabetizar es una tarea de solidaridad y compañerismo que nunca se olvida y nunca se desprecia si esta se desempeña con altura y respeto, y nunca con una modalidad autoritaria, que cuando se desarrolla de este modo simplemente resulta una imposición y nunca una colaboración.

La claridad que tiene el alfabetizador al desempeñar su tarea es porque sabe el valor y la dimensión que tiene esta capacidad en el ser humano, que no simplemente es poder tomar un documento y poderlo leer, sino juntamente con esto saber funcionar con los que le rodean y saberlo hacer en la modalidad correcta.

Cuántas relaciones en nuestro medio se truncan y se frustran cuando alguien dice: “Perdone, pero no sé leer”, y con solo esta expresión todo lo que estaba planificado se trunca y una de las partes, sin lugar a duda, termina perdiendo todo lo que estaba planificado.

Inevitablemente, cada uno de nosotros conocemos a personas que por el medio y algunas circunstancias muy especiales no tuvieron la posibilidad de estudiar, y alguien que se les cruzó en el camino, antes de ignorar y desentenderse del problema, dio la milla extra y las encaminó para que pudieran aprender a leer y escribir, y con ello todo el panorama de la vida no simplemente cambió, sino que llegó a ser una persona útil para muchos otros, por el simple hecho de que fue ayudada a cambiar la realidad que estaba viviendo.

Claro está que quien ayuda a alfabetizar al prójimo le está ayudando a dar simplemente el primer paso para salir de donde está, y el resto del camino el alfabetizado tendrá que decidir hasta dónde lo quiere llevar y qué quiere alcanzar.

Por esa razón, quien da los rudimentos de la alfabetización a alguien es como el mecanismo que el vehículo tiene en su arranque, cuando este ha iniciado a funcionar, el que lo conduce determinará dónde quiere llegar y cómo quiere llevar su vehículo.

Cada ciudadano que ha tenido el gran beneficio de formarse y criarse en un medio donde el leer y el escribir era como la comida diaria que llegaba a la mesa con toda la naturalidad, y que nunca se preguntaba ni el dónde ni el cómo, simplemente se lo servía, tiene el sagrado deber de hacer extensivo ese beneficio recibido.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.