¿Aranceles acelerados?
Con el cierre de los grandes maquilladores como Vietnam, se abre una oportunidad para Guatemala.

Los aranceles impuestos por Trump, anunciados desde hace semanas y en vigor desde el 5 de abril, han desencadenado reacciones globales. El índice Nikkei japonés entró en pánico —algo no visto en décadas—, y Wall Street calcula en trillones las pérdidas bursátiles. El orden mundial económico se ha alterado, y se respira un clima financiero entre desconfianza e incertidumbre. Las narrativas se desfogan por varios lados del río. Por un lado, Scott Bessent, secretario del Tesoro, declaró a Tucker Carlson que el plan arancelario no es una mera herramienta económica, sino el núcleo de una transformación nacional. Inspirado en Alexander Hamilton… Trump propone una reindustrialización basada en reciprocidad y presión estratégica: castigo al importador, apoyo al trabajador. “Si los aranceles son tan malos, ¿por qué tantos países nos los imponen?”, cuestiona Bessent. La lógica es simple: si se quejan, es porque les duele. Según él, el consumidor estadounidense no sufrirá tanto como temen los analistas. De hecho, los ingresos generados —calculados en hasta US$600 mil millones anuales— se utilizarán para eliminar impuestos sobre propinas, horas extras y Seguridad Social.
Si la meta era sacudir el tablero, ya lo logró.
En paralelo, Victor Davis Hanson, historiador y economista, rompe con el consenso neoliberal. Según explica, países como China, India, Vietnam, Canadá o la UE imponen tarifas a EE. UU. de 20% al 300% sin que sus economías colapsen. “¿Por qué, entonces, nuestras tarifas provocan gritos de ‘Gran Depresión’?”, se pregunta. Hanson insiste en que lo aplicado por Trump no son aranceles unilaterales estilo “Smoot-Hawley de 1930”, sino medidas espejo: si tú impones 25%, yo también. “Ni siquiera deberíamos llamarlos aranceles, son reciprocidad automática”. Según el Wall Street Journal, “más de 50 países han acudido a la Casa Blanca desde el anuncio, buscando negociar. Las élites tiemblan. Universidades reformulan sus políticas de diversidad para no perder fondos. Bufetes ofrecen servicios gratuitos para conservar certificaciones federales. Trump no solo reforma el comercio: reordena el poder institucional”. La oposición ha reaccionado con fuerza. Decenas de miles marcharon en Washington el fin de semana. Se han presentado más de 170 demandas judiciales. Siete senadores republicanos ya proponen limitar la autoridad arancelaria del presidente. Davis Hanson va más allá. Recuerda que, según Milton Friedman, los aranceles no causaron la Gran Depresión: lo hicieron la contracción monetaria y la especulación bursátil. Si algo amenaza la economía hoy, dice, no son las tarifas, sino las valuaciones ficticias de Wall Street y una juventud sin acceso a vivienda, familia ni empleos dignos. Simultáneamente, Trump impulsa a Doge, destinado a reducir el aparato estatal y transferir fuerza laboral al sector productivo. Combinado con los aranceles, este modelo busca sanear las finanzas públicas sin subir impuestos. Magia fiscal, versión Maga.
China, por su parte, enfrenta su talón de Aquiles: su economía depende de exportaciones a EE. UU. La meta no es solo castigar, sino forzar un reequilibrio estructural. Si China consume más y produce menos, mientras EE. UU. recupera su capacidad industrial, ambos ganan, asegura Bessent. Respecto a Europa, Bessent ironiza: entre su energía cara y su obsesión exportadora, el continente coquetea con la desindustrialización. Trump advirtió sobre Nord Stream 2. Ahora, actúa con tarifas. ¿Revancha o visión? Bessent también critica a la Reserva Federal por distraerse con el clima mientras ignoraba crisis reales como Silicon Valley Bank. En contraste, defiende una política de “dólar fuerte” basada en fundamentos tangibles. El plan de Trump no es solo comercio: es una ruptura con el dogma económico de las últimas décadas. ¿Funcionará? Tal vez. Si la meta era sacudir el tablero, ya lo logró. En la próxima entrega abordaremos los efectos que tiene ese 10% para Guatemala. En lo positivo. Con el cierre de los grandes maquilladores como Vietnam, se abre una enorme oportunidad para nosotros.