SIN FRONTERAS

Bajo la lluvia de plumas blancas

|

¿Comió pavo importado en estas fiestas? Probablemente un paisano lo empacó, especialmente para usted, desde Carolina del Norte.

' ¿Qué mensaje le manda el paisano en la pluma que le tocó a usted?

Pedro Pablo Solares

Puedo contar varios tipos de precipitaciones bajo las cuales he estado. Claro, la común lluvia de agua. El granizo tropical. En Guatemala, la lluvia de arena volcánica, que por primera vez vi en los años 90, y más recientemente, en 2010. No recuerdo bien la primera vez que estuve bajo la nieve. Pero sí cuando conocí lo que es estar bajo una lluvia de plumas. Plumas de ave. ¿Puede imaginar semejante cosa? Miles de plumas blancas cayendo lentamente, delicadamente, sobre todas las cosas a la vista. Un manto de apariencia angelical, hermoso hasta saber qué la originaba. Parado en el parqueadero de la tienda huehueteca, en el minúsculo Mount Olive, aprendí algo que ya parecía normal para los paisanos que se han radicado en el lugar. “Son los pavos”, me explicaron relajados, refiriéndose a la granja de la marca Butterball, líder mundial en carnes de pavo, que está una milla calle abajo, en ese aislado lugar. ¡Una milla abajo! Imagine el área de esa precipitación, y por tanto, la dimensión de la industria.

Una cosa es hacer cálculos numéricos, o imaginar en la mente la cantidad de esas aves que se crían y sacrifican para el consumo, particularmente en las fiestas de aquel país. Una tradición que, además, ya crece rápidamente en nuestros hogares, que sufren la fuerte influencia de todo lo que viene del norte. Una búsqueda rápida en Google indica números astronómicos: En Estados Unidos se sacrifican 229 millones de pavos al año. Solo para la fiesta de Acción de Gracias, se van 46 millones. Para las fiestas de la Navidad, otros 22 millones. Y para la Pascua, otros 19. Estas tres fechas de alto consumo suman 87 millones, dejando una diferencia de 142 millones de pavos sin contabilizar. Entre ellos —asumo— estarán los que consumen en otras fechas del año. Pero, además, los que exportan a regiones como la alienada Latinoamérica. Aquí, en Guatemala, se veían apiladas las aves en bolsas de plástico, al inicio de diciembre en los congeladores de los supermercados. Ya llegando a Navidad, estaban totalmente agotados. Aquí no se pretende una crítica al consumo, ni sumarme a las denuncias por maltrato animal. Más bien, valorar el esfuerzo humano que hay detrás de esos números.

El trabajo en los rastros es conocido por sus condiciones duras. Las temperaturas son gélidas. Frío, todo el día, todos los días. Las horas de trabajo, extenuantes. Y las altas exigencias en las líneas de producción, han merecido denuncias por violaciones a los más mínimos derechos de trabajo. Algunos activistas hablan de esclavitud moderna en estos sitios. No fue de extrañar que con Coronavirus también aumentaran las denuncias, y con ellas la opacidad de las compañías. Estos trabajadores hacen lo que el estadounidense más acomodado no quiere hacer. Y son más sumisos, temerosos, por su condición migratoria. En estas granjas, en particular, la mayoría son haitianos, y campesinos guatemaltecos, mayoritariamente del norte huehueteco, según recuerdo.

En EE. UU., la libra de pavo se vende en la estantería a unos US$0.80. Para mantener ese precio, recaen en la contratación de trabajadores irregulares, a quienes les pagan sueldos más bajos, y condiciones más exigentes. Condiciones que son aprovechadas por todos, incluyendo a quienes hipócritamente condenan la migración, mientras se benefician de los precios bajos. Y que incluye también a élites guatemaltecas que se compran su pavito de 15 libras en el “súper”, mientras adulan a Trump, y no tienen ni la gallardía de reconocer el papel del migrante en la economía, que solo este año, aportará casi Q90 mil millones.

Este fin de año, piense en esa lluvia de plumas blancas. Quizás cada una sea un mensaje del paisano encerrado para cada uno de nosotros. ¿Qué le dice la pluma que le tocó a usted?

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.