NOTA BENE

Carácter y convicción

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En su original acepción griega, la palabra kharakter se refería a una marca grabada en el alma. La Iglesia Católica todavía usa la palabra de forma literal en lo que concierne a los sacramentos, pues éstos se imprimen de forma imborrable en nuestro ser. El sacramento es como un sello sobrenatural que nos transforma. El bautismo, por ejemplo, incorpora al niño a la familia de Dios, en tanto la confirmación nos convierte en soldados de Cristo.

' ¿Cuál es el carácter del guatemalteco?

Carroll Ríos de Rodríguez

Coloquialmente, el carácter de una persona señala una forma de proceder que es particular a esa persona. «El carácter moral se mide no por lo que un hombre sabe sino por lo que ama», escribió San Agustín. Tomemos por ejemplo al famoso personaje de la novela Canción de Navidad de Charles Dickens: Ebenezer Scrooge. Él es universalmente reconocido como un símbolo del recluso cruel y mísero, más apegado al dinero que a las personas que lo rodean. Permanece indiferente a las necesidades y los problemas de los demás, y se enfoca en contar sus bienes. Aunque estos rasgos están grabados en su espíritu, Dickens se propone invitar a Scrooge a cambiar, mediante una serie de encuentros con fantasmas que lo confrontan con su realidad y le infunden el deseo de corregir sus defectos. Al final de la novela, Scrooge desea ser más generoso y amable y recibe aliento de su sobrino y demás personas, quienes lo ayudan en su plan de cambio.

Desarrollar un carácter bueno y fuerte es esencial, opina Lawrence E. Reed, autor de Real Heroes (2016). Reed relata las experiencias de decenas de personas, desde Cicerón y Cato hasta empresarios contemporáneos, quienes han moldeado vidas ejemplares gracias a su carácter, determinación y constancia. El carácter se forja. Reed transmite que las personas ordinarias se convierten en héroes porque libremente elijen cultivar hábitos virtuosos y trazarse sueños loables. Scrooge se motivó a mejorar el carácter porque se confrontó con una verdad dolorosa; comprendió que su forma de ser era el resultado de sus elecciones deliberadas y que el cambio era posible. La verdad, la libertad y el carácter van de la mano.

Cuando hablamos del florecimiento humano, realmente estamos hablando de ese proceso mediante el cual las personas nos vamos haciendo, intentando alcanzar nuestro máximo potencial o, en cristiano, intentando ser todo aquello que Dios espera que seamos. Un amigo diría que nos esculpimos a nosotros mismos. El florecimiento se acompaña de decepciones, tropiezos y caídas, pero, como en la novela de Dickens, al final podemos ser tan felices como Scrooge: su felicidad es el resultado directo de su despertar espiritual y del crecimiento personal.

Si Scrooge hubiera vivido en esta era postmoderna, imbuida en el relativismo moral, el hedonismo, el ateísmo y la post-verdad, le hubiera costado más emprender su plan de mejora. Ya casi nadie habla en términos positivos de la verdad, el esfuerzo, los hábitos virtuosos, el sacrificio y la convicción. En este contexto es más difícil para las nuevas generaciones encontrar el compás moral y una motivación suficiente. De allí que sea tan importante mantener fuerte a la familia guatemalteca, porque ella ha sido desde siempre la principal transmisora de los valores fundamentales y también la fuente del apoyo moral que necesitamos para florecer.

Es un momento propicio para meditar sobre el carácter de la sociedad guatemalteca. ¿Somos una nación comprometida con principios como la verdad, la ética, la libertad, la vida y la propiedad privada? ¿Tenemos el carácter para resistir a los cantos de las sirenas políticas, cuyo éxito depende de convertirnos en masas invertebradas, sin sueños ni convicciones?

ESCRITO POR:

Carroll Ríos de Rodríguez

Miembro del Consejo Directivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES). Presidente del Instituto Fe y Libertad (IFYL). Catedrática de la Universidad Francisco Marroquín (UFM).