NOTA BENE

¿Cómo salimos de pobres?

|

La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, robó titulares al afirmar que el Triángulo Norte de Centroamérica vivirá en crisis hasta que nos libremos de las maras, la violencia, la corrupción y la pobreza extrema. Es cierto que los guatemaltecos migrarán en busca de la paz y las oportunidades de superación no provistas por su propio país, dañado por la violencia y la corrupción. Para combatir la pobreza y evitar la emigración del talento nacional, necesitamos priorizar la innovación, el ahorro, la inversión, el crecimiento y la multiplicación de empleos. Necesitamos más libertad económica.

' No hay sustituto para el trabajo duro.

Carroll Ríos de Rodríguez

Sin embargo, muchos observadores extranjeros, como Kamala Harris, recomiendan lo opuesto. Abogan por más impuestos y regulaciones; consideran que nuestro gobierno debe ser más grande e intrusivo. Una forma de mejorar los índices de pobreza es eliminando algunos pobres mediante políticas antinatalistas y abortistas. A veces, nos ofrecen donaciones y préstamos millonarios con la condición de que sigamos su receta. Los benevolentes burócratas tienen la falsa esperanza que “cualquier cosa” que ellos hagan será beneficiosa, cuando en realidad los dos grandes experimentos que han promovido por décadas —la cooperación internacional y el control de la natalidad— no terminan con el subdesarrollo.

En una entrevista para el documental PovertyCure, el empresario de Ghana Herman Chinery-Hesse exclama: “¡Enséñeme el país que salió de pobre gracias a la ayuda internacional!”. El Gobierno de Ghana contrajo préstamos y aceptó donaciones que lo obligaron a contratar programadores del país donante, y así, afectó adversamente el negocio de software de Chinery-Hesse. Al desplazar a los programadores de Ghana, propició una especie de relación dependiente e insana.

No hay sustituto para el trabajo duro, si hemos de crecer las fortunas familiares y la economía nacional, sostiene Chinery-Hesse. Para ayudar a las personas trabajadoras, debemos centrar la atención en el fortalecimiento de las instituciones políticas y económicas que recompensan la innovación, así como en el cultivo de actitudes positivas hacia la creación de la riqueza. Si no se modifican las reglas básicas de juego para garantizar los contratos, los derechos de propiedad y la inserción del informal en la economía global, las condiciones no cambiarán.

Por otra parte, aunque los países más pobres tienen tasas de fertilidad mayores a los países desarrollados, eso no necesariamente causa pobreza. De hecho, muchos períodos de rápido crecimiento poblacional anticipan épocas de crecimiento económico. Así ocurrió antes de la Revolución Industrial. Más recientemente, podemos citar el ejemplo de Corea del Sur y Taiwán. En ambos países, un crecimiento poblacional notorio precedió tasas elevadas de crecimiento económico, de 6.2% y 7%, respectivamente, durante los 20 años transcurridos entre 1960 y 1980. Los países no son pobres porque están excesivamente poblados, sino porque han adoptado un marco institucional poco conducente al crecimiento económico.

Una vez se establecen marcos jurídicos y de seguridad adecuados, aumentan las ofertas de empleo y las ventanas para emprender e invertir; entonces, tiende a observarse un declive en la fertilidad a largo plazo. El economista Julian Simon detectó dos causas de esta baja en fertilidad: una mejora en la expectativa de vida de los niños y una mejora en los ingresos familiares. “Cuando la gente ve que son necesarios menos nacimientos para conseguir un tamaño determinado de familia, ajustan su fertilidad disminuyéndola”.

Debemos discriminar entre las políticas públicas recomendadas que conducirán a la creación de riqueza, y las que hemos de evitar.

ESCRITO POR:

Carroll Ríos de Rodríguez

Miembro del Consejo Directivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES). Presidente del Instituto Fe y Libertad (IFYL). Catedrática de la Universidad Francisco Marroquín (UFM).