Pluma invitada
Corrupción epidémica, endémica y pandémica
Corrupción generalizada por falta de una rectoría efectiva en el sector salud
La corrupción en Guatemala amenaza la salud, la economía y el desarrollo, propagándose de manera epidémica, endémica y pandémica en la sociedad. La metáfora de la corrupción como una infección ilustra su dispersión y naturaleza contagiosa. La corrupción “epidémica” se refiere a casos repentinos y escandalosos, pero sin resolución; la “endémica” se ha normalizado en sistemas económicos, sociales y políticos, sin alternativas para detenerla; y la “pandémica” afecta todos los niveles y sectores, tanto públicos como privados, incluyendo organizaciones sin fines de lucro e internacionales.
Corrupción generalizada por falta de una rectoría efectiva en el sector salud
Definida como abuso de poder para beneficio personal, el Fondo Mundial identifica nueve “prácticas prohibidas” para combatirla: “corrupción” (sobornos para influir decisiones); “fraude” (falsificación de uso de fondos o datos); “coerción” (intimidación para influir); “colusión” (colaboración para actos ilícitos); “abuso” (robo o malversación); “obstrucción” (evitar la detección de ilícitos); “represalias” (dañar a denunciantes); “blanqueo de dinero” (transferencia de fondos ilegales); y “financiamiento de violencia o terrorismo”.
Es alarmante cómo funcionarios, políticos, empresas e instituciones participan en estas prácticas, justificadas frecuentemente como legales. La corrupción impulsada por élites y empresas deteriora la gobernabilidad, agrava la pobreza, distorsiona la competencia y fomenta monopolios y oligopolios. La falta de una ley de competencia permite que estos grupos eleven costos, debiliten al gobierno, frenen el desarrollo y aumenten la inseguridad.
La falta de rectoría efectiva en salud del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) facilita la corrupción, beneficiando a personas, grupos y empresas que priorizan ganancias sobre la salud pública. Esto provoca desigualdad en el acceso médico, precios inflados y gestión ineficaz. En Guatemala, una inyección intraocular para degeneración macular cuesta Q1,925 en India, pero Q10,780 localmente; un implante de titanio para fractura de muñeca, que cuesta Q10,500, la factura un hospital privado a Q45,500. La sobrevaloración obliga a elegir entre tratamientos y necesidades básicas, revelando una “epidemia silenciosa” de malgasto en el sector público y fraude en el privado. Sin clasificación oficial, los costos varían en hospitales Tipo A (pacientes con altos ingresos), B (medianos) y C (bajos), mientras que los seguros fomentan dicho aumento o variación.
La corrupción en salud surge por la incapacidad del MSPAS para cumplir con “seis funciones esenciales” propuestas (unificar esfuerzos, coordinar y movilizar sectores, regular y supervisar, optimizar recursos, combatir prácticas prohibidas y liderar con visión futurista, colaboración y servicio) conjuntamente con “seis actores clave” del sistema de salud (sector público, sector privado, ONGs nacionales e internacionales, organismos internacionales, y otros sectores).
La restauración de la rectoría del sector salud del MSPAS es crucial para prevenir, detectar, regular y sancionar las nueve prácticas prohibidas, logrando un sistema que mejore la salud de la población (calidad y esperanza de vida), cumpla con sus expectativas legítimas (servicios que respondan a sus necesidades) y proteja financieramente a individuos y familias (evitando dificultades económicas). Para más información, visite el siguiente enlace: https://editorial.udv.edu.gt/index.php/RCMV/article/view/95.