pluma invitada
Cuando el río crece
La decisión es fácil, hay que atreverse a tomarla.
La ingeniería industrial a menudo emplea una analogía reveladora para identificar problemas y riesgos en un proceso: “Solo se ven las piedras del río cuando está bajo o seco”. Esto significa que al reducir los inventarios al mínimo y eliminar los inventarios de seguridad, emergen las deficiencias ocultas en los procesos. Contrariamente, en el ámbito gubernamental de Guatemala, la situación parece ser inversa y más literal: las deficiencias y riesgos dejados por gobiernos anteriores, y la forma en que el actual aborda estos problemas, se hacen más evidentes cuando el río crece.
La decisión es fácil, hay que atreverse a tomarla.
En las últimas semanas, las lluvias han expuesto, nuevamente, el deterioro y la falta de inversión en infraestructura. Un par de días de lluvias constantes fueron más que suficientes para que, una vez más, se localicen cavernas, colapsen carreteras y se encuentren daños profundos en infraestructura clave para el país, como en el caso de los puentes.
Es asombroso cómo la naturaleza revela en tan solo dos semanas de lluvias continuas el rezago que tenemos como país en materia de infraestructura. Pero, sobre todo, es más asombroso que año tras año los gobiernos no hagan nada al respecto, teniendo las soluciones a los problemas críticos de infraestructura frente a sus ojos.
Les doy dos ejemplos claros y concretos. El primero es el caso de la autopista Palín-Escuintla, que, siendo administrada por una empresa privada mediante peaje, se mantenía productiva y bien mantenida. Sin embargo, tras pasar a manos del gobierno se deterioró en tan solo un año. El segundo es el caso de APM Terminals, una terminal privada que opera eficientemente y atiende más del 60% de la carga de contenedores del Pacífico. Estamos a pocos días de un potencial caos logístico en Guatemala si el gobierno no toma las acciones inmediatas para garantizar la continuidad de la operación de dicha terminal y, sobre todo, garantizar la continuidad del modelo que ha probado funcionar para el país.
Recientemente, el presidente Arévalo anunció su intención de establecer una alianza público-privada para el Aeropuerto Internacional La Aurora, el cual también se encuentra en condiciones deplorables. La noticia fue recibida con aplausos por aquellos que quieren ver el desarrollo en Guatemala y con críticas por aquellos que se inclinan por modelos ineficientes (pero, claro, públicos). Cuando al fin se escuchaba una verdadera acción de su gobierno, decide “aclarar” lo que había querido decir con el anuncio de la alianza público-privada, demostrando así una falta de firmeza en el carácter, cualidad indispensable para el líder de una nación.
Considero que estamos en un momento donde no necesitamos más discursos de campaña o discursos diplomáticos que solo disfrazan la realidad, la absoluta inoperancia del gobierno y la falta de acciones concretas que encaminen a Guatemala hacia el rumbo del desarrollo. En el momento que aceptó la banda presidencial, el presidente Arévalo asumió el compromiso de trabajar por Guatemala y hacer lo correcto en beneficio de todos los guatemaltecos.
Garantizar la continuidad de la operación de la terminal de contenedores en Puerto Quetzal bajo el modelo actual y realizar alianzas público-privadas para mejorar la infraestructura clave del país como autopistas, puertos y aeropuertos es hacer lo correcto por Guatemala, independientemente del ruido que pueda generar un par de tuiteros en redes sociales.
Espero sinceramente que el presidente comprenda que el sector privado es permanente, que trasciende administraciones de gobierno y que involucrarlo es una decisión acertada si quiere hacer cambios en el país que dejen un verdadero legado. Para tener cambios positivos, hay que cambiar los modelos actuales; para cambiar los modelos actuales, hay que tomar decisiones que pueden ser impopulares en el corto plazo, pero correctas en el largo plazo. La decisión es fácil, hay que atreverse a tomarla.