A CONTRALUZ
El centro de desgobierno
Con los recientes hechos ocurridos me viene a la mente el cuento El traje nuevo del emperador, de Hans Christian Andersen, en el que se relata cómo el soberano se pasea con un supuesto vestuario invisible, pero en realidad va desnudo. Solo el presidente Alejandro Giammattei y su corte de aduladores creen que nadie se da cuenta de lo perniciosa que ha significado esa mezcla de vida íntima, privada y pública en el Gobierno, como señalara en forma magistral Mario Antonio Sandoval en su columna del pasado miércoles. A nadie le debe importar la vida íntima y privada del señor presidente, porque tiene derecho a ella. El problema aflora cuando se transgrede ese ámbito y tiene implicaciones en el ejercicio del poder por la intromisión de Luis Miguel Martínez. Ya ha generado una fisura en el Ejecutivo con el desplazamiento del vicepresidente, con el rechazo a la fiscalización de la Contraloría General y las acciones contra la prensa independiente.
' El ataque contra la prensa independiente solo evidencia rasgos de autoritarismo y rechazo a la libre emisión del pensamiento.
Haroldo Shetemul
Martínez, de 31 años, ya ha generado una crisis, la cual, si el presidente no decide ponerle un alto, podría convertirse en una seria amenaza para la gobernabilidad. Sin experiencia en la administración pública, Martínez dirige la Comisión Presidencial del Centro de Gobierno en calidad de un superministro, con personal que vigila cada paso que dan los ministros. Desde fines de enero, Martínez usurpa las funciones que le corresponden al vicepresidente Guillermo Castillo, algo similar a lo que hizo Sandra Torrres durante el desgobierno de Álvaro Colom, cuando desplazó al vicepresidente Rafael Espada. Pero las acciones contra Castillo han ido más allá porque en mayo le montaron una supuesta denuncia por corrupción, la cual parecía provenir de asesores del presidente Giammattei. A fines de julio, la Corte Suprema dio trámite a un antejuicio en su contra, el cual fue detenido por la Corte de Constitucionalidad, al tiempo que varios netcenter lo atacaban en redes sociales. Para alguien es incómodo Castillo.
Al superministro le molesta cualquier cosa que pueda opacar su figura, algo que pasa en la cabeza de alguien obnubilado con el poder. Solo alguien así puede presentar una denuncia penal contra un funcionario de la Contraloría General por acoso y daño psicológico, por sentir “su honor amenazado” debido a una fiscalización de esa institución. En realidad, Martínez estaría cometiendo los delitos de resistencia a la fiscalización. En ese contexto, se entienden las acciones contra la prensa independiente. Primero fue contra el periódico electrónico Plaza Pública, al que acusó de amenazas, acoso y extorsión, y luego el ataque contra el periodista Sonny Figueroa, asaltado, golpeado por agentes policiales y acusado de supuestos delitos, desestimados por un juez. ¿La razón? Tanto Plaza Pública como Sonny Figueroa, en compañía de Marvin del Cid, han hecho investigaciones periodísticas en torno a Martínez y el Centro de Gobierno.
El caso de Figueroa ya traspasó la línea porque en el ataque que sufrió intervinieron agentes del Estado, uno de los cuales fue identificado como un oficial que los había intimidado anteriormente. ¿Cómo fue a parar a un netcenter un video tomado por la PNC? Lógico, se trata de estructuras paralelas al servicio del poder para atacar y denigrar. Como se ve, no solo se trata del innecesario Centro de gobierno, creado para encumbrar a una persona cercana al presidente, sino que este ha generado fricciones con la Vicepresidencia, anticuerpos en los ministros, sino que ahora podría tener implicaciones criminales porque son obvios los vasos comunicantes con el ataque cometido contra el periodista Sonny Figueroa. El presidente debe darse cuenta de que, al igual que el rey del cuento de Andersen, está desnudo y todos lo observan. Si no corta de tajo este problema, las consecuencias van a ser devastadoras para el país.