Familias en paz

El factor familia

“La esencia de lo que somos se forma en gran medida en el contexto familiar”.

El director de una importante compañía reclutaba personal calificado para gestionar su estrategia de crecimiento. Recibió miles de solicitudes con alto perfil académico y, al final, selecciono a un grupo reducido; uno de ellos, un joven que llegó a la entrevista final. El director, viendo que sus logros académicos eran excelentes, le preguntó: “¿Tuviste beca donde estudiaste? El joven respondió que no. ¿Entonces, tu papá pagaba tus colegiaturas? Mi papá falleció cuando yo tenía 1 año; fue mi madre la que pagó las colegiaturas, respondió. ¿Dónde trabajaba tu madre? Mi madre era lavandera.

Es en el contexto de familia donde desarrollamos inteligencia emocional.

El director pidió al joven que le mostrara sus manos y este mostró unas manos perfectamente suaves y lisas. ¿Alguna vez ayudaste a tu madre a lavar la ropa? Jamás, le dijo el joven, mi madre siempre prefirió que yo estudiara. Entonces, el director dijo: “Te tengo un encargo: hoy, cuando vayas hoy a casa, limpia las manos de tu madre y ven a verme mañana”.

El joven quería el empleo, así que cuando volvió a casa le pidió a su madre que le dejara limpiar sus manos. Su madre extrañada le mostró sus manos. Lentamente, el joven limpió las manos de su madre. Las lágrimas comenzaron a brotar mientras lo hacía. Era la primera vez que notaba que sus manos estaban muy arrugadas y ásperas de tanto trabajar. Entonces, comprendió que esas manos lavaron ropa diariamente para que él pudiera ir a la escuela. Esas heridas fueron el precio que ella pagó por su educación.

A la mañana siguiente, se presentó en la oficina del director, quien notó las lágrimas en los ojos del joven cuando le preguntó: “¿Podrías decirme qué aprendiste ayer en tu casa?”. “Limpié las manos de mi madre y también terminé de lavar la ropa por ella”, respondió. Ahora reconozco el valor de su sacrificio. Sin mi madre, no sería el hombre que ahora soy. Al ayudarla aprendí lo difícil y duro que es tener tus propios logros. Ahora aprecio la importancia y valor de la familia. El director le dijo: “Esto es lo que busco en un gerente. Quiero reclutar a una persona que valore la ayuda de otros, una persona que conozca el sufrimiento de los demás para lograr las cosas y que el dinero no sea el único valor en su vida”. Quedas contratado.

La familia y la educación son factores determinantes en el desarrollo integral del ser humano. Cuando la paternidad es ejercida de forma responsable, ejerce una poderosa influencia en el desarrollo de los hijos. Es en el contexto de familia donde desarrollamos inteligencia emocional, aprendemos a ser agradecidos, a trabajar en equipo y reconocer el esfuerzo y sacrificio de otros. El psicólogo y escritor Daniel Goleman, en su obra La inteligencia emocional, afirma que la vida en familia es nuestra primera escuela para el aprendizaje emocional. Aprendemos cómo sentirnos respecto de nosotros mismos, y esta escuela no solo opera a través de las cosas que los padres dicen o hacen directamente a los niños, sino también en los modelos que ofrecen para enfrentar a sus propios sentimientos.

El profesor de Harvard Barry Brazeltorn presenta una lista de siete ingredientes clave relacionados con la inteligencia emocional: confianza, curiosidad, intencionalidad, autocontrol, relación capacidad de comunicación y cooperatividad. Concluye que, los hijos bien queridos y atendidos están en condiciones favorables para recibir estos ingredientes. La carencia de estos los coloca en condiciones sumamente desventajosas.

¿Buscas a los mejores profesionales? No te enfoques únicamente en su nivel académico o experiencia laboral. Evalúa su inteligencia emocional y los valores con que fue formado. Esto hará la diferencia en tu empresa. La hará más humana.

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