A contraluz

El fin del sueño americano

Es fundamental desarrollar un plan de reinserción para los migrantes deportados para que obtengan un empleo digno.

Para miles de guatemaltecos indocumentados esta podría ser la última Navidad que pasen en Estados Unidos. Se estima que en ese país viven unos 3.5 millones de connacionales, de los cuales unos 750 mil carecerían de documentación legal. Estos últimos son quienes se encontrarían en una crítica situación debido al anuncio del presidente electo, Donald Trump, de que, a partir del 20 de enero próximo, comenzará la deportación masiva. El temor cunde por las posibles redadas en vecindarios y centros de trabajo, lo que implicaría que ya no habría lugares seguros para pasar desapercibidos. A eso se agregaría el programa de remoción expedita que significaría que un oficial de inmigración podría expulsarlos sin el debido proceso si establece que ingresaron a territorio estadounidense sin documentos y han estado en ese país por menos de dos años.

Es tiempo de que volteemos la vista a los migrantes que son una pieza clave de la economía nacional.

Las deportaciones podrían convertirse en una pesadilla para Guatemala por la falta de un plan nacional para hacerle frente a la crisis en ciernes. Los más de 70 mil compatriotas que fueron deportados este año no serán nada, comparados con el vendaval que se viene. La amenaza de la expulsión masiva está a un mes de comenzar a hacerse realidad y podría convertirse en un pandemonio. No solo se necesitarían albergues para el alojamiento temporal, sino lo más difícil será el futuro que les depara el país del que salieron por la falta de oportunidades y al que vuelven sin nada para enfrentar las grandes deudas que contrajeron para irse al norte. Si se toma como base la tendencia de las deportaciones que ha habido este 2024, los departamentos que más expulsados podrían recibir a partir del próximo año serían Huehuetenango, San Marcos, Guatemala, Quiché, Quetzaltenango y Alta Verapaz.

Los migrantes constituyen un pilar fundamental para la economía nacional. Las remesas que envían desde EE. UU. representan el 20 por ciento del producto interno bruto (PIB). Tan solo en octubre de este año se recibieron US$2 mil millones 400 mil por ese concepto, según el Banco de Guatemala, lo que significaría un aumento del 21 por ciento, con respecto al mismo mes del año anterior. El monto acumulado hasta octubre de 2024 es de US$17 mil 835.4 millones, o sea más de Q138 mil millones que aceitan el comercio interno del país. Pues bien, la gallina de los huevos de oro está a punto de sufrir un duro revés con la virtual deportación masiva que pueda producirse en el norte. No solo en Guatemala la economía podría sufrir un fuerte impacto, sino también en EE. UU., donde los indocumentados son una pieza vital de la fuerza de trabajo. La Asociación Nacional de Restaurantes reconoce que el 54 por ciento de sus empleados son indocumentados, por lo que si se llegara a concretar la expulsión masiva afrontaría también graves pérdidas.

Claro que es importante entender que la economía nacional podría afrontar los estragos por la posible caída de las remesas, pero hay algo más prioritario de entender que detrás de esa situación existe un drama humano. Cientos de miles de compatriotas se arriesgaron para irse al norte con el único objetivo de mejorar las condiciones de vida de su familia y eso llevó a inyectar millones de dólares a la economía local. Ahora es tiempo de que volteemos la vista a esos compatriotas que retornarán con una mano adelante y otras atrás. El retorno forzado significa el desarraigo emocional y familiar porque dejan las relaciones construidas en EE. UU.  y al volver pueden sufrir un estigma en sus comunidades, donde se les puede percibir como fracasados y afrontar las deudas impagables. Por eso es fundamental que el Estado impulse programas de reinserción que contemple los factores físicos, emocionales, económicos y sociales, pero sobre todo desarrollar las condiciones para crear fuentes de empleo. Los migrantes merecen respeto y admiración.

ESCRITO POR:
Haroldo Shetemul
Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Profesor universitario. Escritor. Periodista desde hace más de cuatro décadas.