SI ME PERMITE

El hogar armónico debe ser algo cultivado

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“Es en el hogar doméstico donde se forman los sentimientos y los hábitos que constituyen la felicidad pública”. Honoré-Gabriel Mirabeau

Cuando en nuestra sociedad hoy es el Día Mundial de las Personas sin Hogar, este concepto es demasiado amplio para verlos a todos bajo el mismo perfil. Claro está que hay quienes han perdido una convivencia del hogar por alguna calamidad de origen climatológico o por razones de los estados financieros que los han llevado a perder todo lo que habían ahorrado, hasta su propio hogar.

' La realidad del hogar no es lo que se luce, sino lo que se vive en la intimidad con sus miembros.

Samuel Berberián

En esta diversidad es de comprender a aquellos que, ajeno a su voluntad y esfuerzo, se encuentran sin hogar y sin lo esencial, y no les queda más que tener la determinación de hacer lo imposible para alcanzar lo que por alguna razón han perdido. Pero qué triste que algunos, habiendo alcanzado un hogar, por no cuidar sus prioridades y, en algunos casos, sus relaciones se encuentran sin un hogar y sin un techo.

Es indudable que el hogar se logra con un proceso de cultivo, con el tipo de relaciones que trabajamos y los principios que manejamos en los criterios de prioridades, las cuales no son negociables y no están para que nos elogien por ellas, porque estas determinan dónde habremos de llegar y cómo nos habremos de conservar una vez que alcancemos las metas que nos hemos trazado.

El hogar es algo que se alcanza con el diálogo y el entendimiento entre las partes, con la disciplina de la constancia para, progresivamente, ir alcanzándolo. Fácil hubiera sido que uno de un día para otro tuviera un hogar, pero es imposible. Sabemos cuándo y cómo iniciar, pero cuándo lo alcanzaremos será muy diferente para cada uno de los mortales. Aunque los principios generales son universales, la aplicación y el alcance de estos no es igual.

Cuando estamos construyendo un hogar es algo esencial saber lo que a mí me toca hacer antes que estar indicando a los demás lo que ellos deben hacer. Claro está que se puede sugerir, pero las órdenes, más que en la autoridad, descansan en el ejemplo que damos, y muy especialmente los que somos mayores y nos toca mayor responsabilidad en lo que corresponde a desempeño e involucramiento.

Es fundamental antes de estar soñando en tener un hogar feliz, establecernos metas de a dónde queremos llegar y no tanto cómo otros lo han logrado, sino el perfil que nosotros consideramos que define y describe un ambiente hogareño, y paso a paso estar progresando hasta poder llegar a ello. Y si en algún momento lo alcanzamos, inmediatamente debemos tener planes y estrategias de cómo conservarlo y ¿por qué no? mejorarlo en cada uno de los aspectos de que el hogar está integrado.

Muchas veces nos preguntamos por qué no tenemos un hogar feliz, pero antes deberíamos preguntarnos qué hemos hecho para tener un hogar y, mucho más fundamental, revisar nuestra definición de hogar, y posiblemente por allí empecemos a encontrar que nuestra definición no es la más correcta y que debemos redefinir la idea de hogar para poder luego lograrlo.

En esta tarea participan todos los miembros de la familia en forma grupal, pero también en lo individual, entendiendo que, por la responsabilidad y habilidad, y saber que no por las limitaciones que podamos presentar, igual tenemos que trabajar como conjunto para lograrlo, y si el deseo es auténtico, es algo que se inicia hoy mismo.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.