De mis notas

El Irtra, con nuevas alas

No hay trabajador alguno de la empresa privada que no aplauda lo que el sector empresarial ha hecho con el Irtra.

No somos pocos los que hemos aplaudido la encomiable labor que el Instituto de Recreación de los Trabajadores de la Empresa Privada (Irtra) ha desempeñado a lo largo de los años, en beneficio de la clase trabajadora de Guatemala.


He escrito varias columnas sobre su orden, eficiencia, manejo financiero/administrativo y la gobernabilidad en general. La primera fue en 2002, cuando fuimos invitados a la inauguración del impresionante parque Xetulul, un acontecimiento que no solo marcó un hito, sino que también dio inicio a una inversión continua en el impresionante desarrollo de infraestructura a lo largo de varias décadas.


Esa columna la titulé Si Guatemala fuese como el Irtra. Un título que refleja la realidad vivida al ingresar a cualquiera de los centros recreativos del Irtra: “Si Guatemala fuera como el IRTRA, el país entero respetaría las leyes y se sometería con gusto a las autoridades, quienes con cortesía y firmeza, mantendrían el orden y harían valer el imperio de la ley. Si Guatemala fuera como el Irtra, la sociedad, con sus distintas clases socioeconómicas, estaría unida, conviviendo en armonía. Si Guatemala fuera como el Irtra, todos entregaríamos con gusto nuestros impuestos a los gobernantes para que los administrasen con honestidad”, escribí.


Y agregué: “El Instituto de Recreación de los Trabajadores de la Empresa Privada de Guatemala es un proyecto que de por sí es un bofetón para los extremistas detractores, cuya oscura nube mental siempre ha proyectado señalamientos negativos y proclamado como imposible la relación armónica y de mutuo beneficio entre empresarios y trabajadores. Pero ahí está el Irtra, en toda su majestuosidad, como prueba irrefutable de su éxito: más de medio siglo de servicio continuo realizado con tal acierto que su brillo ha traspasado fronteras para ser reconocido como ejemplo entre los tres mejores parques de Latinoamérica.

El impacto durará décadas…


Ahora, con la aprobación por el Congreso, el pasado martes 2 de abril, del decreto 9-2024, que contiene reformas importantes y moderniza la Ley del Irtra —algo que indica que incluso en ese antro de politiquería clientelar se puede encontrar cordura de vez en cuando—, se libera al Irtra para emprender valiosas inversiones y planes de expansión.
Un acontecimiento trascendental anunciado por Cayo Castillo Sinibaldi y su junta directiva —pilares de la transformación y la excelencia en el Irtra— es la creación de un nuevo y moderno aeropuerto internacional en Retalhuleu que vendrá a complementar al deficiente “Aeropuerto Internacional La Aurora”, “ese” que nos enseña en vitrina sin escaleras eléctricas ni elevadores, una vergüenza turística para nuestra nación.


Y a propósito de esto, si hubo un momento estratégico para liberar la aprobación de proyectos importantes a través de alianzas público-privadas es ahora. En el escritorio del presidente Arévalo se encuentra el proyecto para que una empresa internacional invierta 158 millones de dólares para operar el Aeropuerto La Aurora durante 25 años. Además, la Agencia Nacional de Alianzas para el Desarrollo de Infraestructura Económica (Anadie) presentará al Congreso otros cuatro proyectos de alta prioridad estratégica para su aprobación —un error garrafal de la ley de APP que también debe corregirse para “despolitizar” y “desclientelizar” la inversión en infraestructura vital para el país. Como señaló mi colega columnista Juan Carlos Zapata en su columna de ayer, esto ha provocado que solo tengamos un proyecto en ejecución en catorce años (la carretera Escuintla-Puerto Quetzal).


En fin, parece que de repente se ha encendido una luz al final del túnel con estas nuevas alas que se le han dado al Irtra. Ojalá el presidente Arévalo aproveche esta oportunidad y lidere para que los proyectos pendientes de alto impacto económico que están por presentarse se materialicen. Han pasado tres meses. Es hora de actuar.

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.