FUERA DE LA CAJA

El lenguaje de la mirada

Más que el “saber decir”, la comunicación efectiva depende del “saber escuchar”. Y en esta actitud de oyente está el observar, el recibir toda la información que el interlocutor está expresando a través de su comunicación no verbal, y entre sus diversas manifestaciones sobresale la riqueza de información que proporciona la mirada.

' Las palabras pueden “ponerse en silencio”; la mirada no, porque usualmente deja entrever actitudes, emociones, intenciones.

Klara Campos

Probablemente usted ya es un experto en “observar” los discursos emitidos por los ojos, sin necesidad de que el emisor diga una sola palabra. Hasta las miradas que “no miran” o “no reflejan nada” son elocuentes. ¿Se ha dado cuenta cómo las palabras quedan en un segundo plano cuando se impone una mirada expresiva, como la de un niño en un rostro adulto, una feliz o una triste, o una que denota preocupación, una ausente, una indiferente o una cargada de ira? En vano quedan las palabras que prometen compromiso cuando los músculos alrededor de los ojos quedan totalmente flojos y sueltos, como evadiendo cualquier responsabilidad. Vea cuando una mirada queda vacía de energía, como si un motor se hubiera descompuesto y parado o aprecie cuando una mirada trasluce una leve sonrisa de diversión. Todas estas expresiones constituyen escenarios muy ricos en información.

Desde esta perspectiva, la mirada se convierte en un elemento clave de comunicación en el ámbito personal, familiar o laboral. Su congruencia con las palabras se convierte en acentos, subrayados o negrillas… y si no hay alineación, en un gran vacío en el que el mensaje se debilita antes de lograr su objetivo. Las palabras pueden “ponerse en silencio”; la mirada, no, porque usualmente deja entrever actitudes, emociones, intenciones.

Junto con la coloración de la piel y la sudoración, las pupilas no pueden disimular. Según el estado de ánimo, estas se dilatan o se contraen y revelan si algo atrae, aburre, enoja o provoca nerviosismo.

La mirada es una llave que abre la puerta de un diálogo franco y honesto. El contacto visual constituye un centro de atención que facilita el proceso de comunicación: es un signo de respeto con el interlocutor.

La pandemia ha provocado que la mascarilla cubra la mayor parte de la cara, pero afortunadamente la parte característica y única de la identidad de las personas ha quedado libre para que pueda operar como uno de los canales más importantes de la comunicación interpersonal.

La forma de ver es un lenguaje complementario y espontáneo que acentúa aspectos que verbalmente reclamarían mucho más tiempo y espacio. Ayuda a definir el tono y la intencionalidad de los mensajes. Tiene su propio código, y por lo mismo, sus signos de puntuación. Por ejemplo, una mirada que se desvía es una pausa en la conversación, que muchas veces establece una distancia. Una mirada que se enfoca puede ser un indicador del grado de interés, un acento, un subrayado.

Mientras el sistema límbico de las personas se mantiene procesando y regulando la conducta, sus miradas —humildes, humanas, altivas— constituyen una rendija que permite ver rasgos de su personalidad y su fábrica de emociones.

Tanto en su rol de emisor o de receptor, disfrute la riqueza de la mirada, un elemento comunicacional crítico de singular importancia y significado, con un alcance que va mucho más allá de las palabras.

ESCRITO POR:

Klara Campos

Licenciada en Comunicación con maestrías en Estudios Estratégicos y Comunicación no Verbal. CEO de Klaro Comunicación, S. A. Asesora en comunicación 360°; en estrategia, medios y publicidad, y gestión de reputación y crisis.

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