REGISTRO AKÁSICO
El país en cuenta regresiva
¡Alto! Estamos a tiempo. No puede continuar la degradación de la república, la descomposición de la democracia, el rompimiento del régimen de legalidad y la burla del Estado Constitucional de Derecho. Para prolongar esta caída basta con que algún baboso no entienda la orden, un esbirro animoso piense que halaga a su jefe, un extraviado desee aliviar algún profundo trauma de su niñez, a un agente drogado se le ocurra utilizar su arma de servicio o un juez esbirro envíe a un prisionero entre psicópatas para que ocurra la tragedia.
Ya se tienen suficientes autoridades prepotentes, incapaces de vergüenza, hacen gala de ignorancia e improvisación en sus puestos y propuestas. Discuten con cualquiera con un micrófono enfrente o una cámara de video, hasta admiten actuar frente a una grabación donde se utiliza un teléfono. Explican la manera como se instila por medio de una aguja, un preparado para vacuna, como si fueran los inventores. Los alcaldes oscilan desde tres quiebres, jimán y Tony Stark. Ya no hay posibilidad de mayor descenso en la calidad del funcionariado.
' Reprobemos una política basada en jugarretas sucias ilegales para evitar una tragedia anunciada.
Antonio Mosquera Aguilar
Lo que no tiene madre es volver a métodos de los más bajos en la acción policial. El policía burlándose de quien arresta, el asecho con vileza, la información equívoca y la cara de idiota, pero el alma negra. Los vehículos sin placas, los vidrios ahumados y los sayones enmascarados. Puede ocurrir un traspié, como ha sido ilustrado a lo largo de la historia del país. Recuérdese cuando se asesinó al presidente de El Salvador el 11 de julio de 1906. Ese día, Tomás Regalado, en estado etílico, pensaba bajar la bandera guatemalteca, en un cerro de El Jícaro. Al dictador Estrada Cabrera le dijeron: Señor, los muchachos en lugar de arrestar a Regalado se lo echaron.
Así pasó con el exministro de Finanzas Pavel Centeno, conocido por su carácter irascible. Estaban jugando a enseñar sus armas, sus autos y el montón de policías; dizque equivocados de dirección. La tragedia que siguió manchó a la Cicig, por mucho que los turiferarios echen humo de incienso y los vendepatrias se den golpes de pecho.
Y ahora ponen a un espía tapado con el DPI falso de un fallecido para aparecer en el acta fundacional de un partido político. Luego, por olfato inspirado diabólicamente, el revisor y el fiscal descubren al zombie. Se ordena el arresto de los organizadores y se desata al gato para jugar con el ratón. La cadena de la impunidad sigue. El juez, en lugar de identificar y notificar al indiciado de presentarse ante el órgano jurisdiccional, ordena la ilegal prisión provisional no regulada en ninguna ley. Luego se le lleva a sitios peligrosos del Sistema Penitenciario. Nadie admite responsabilidad, se escudan en señalar que se trata de una decisión repetida, pero fuera de ley. El Organismo Judicial no tiene integración constitucional, hay jueces premiados en el extranjero, oscuras decisiones y falta de humanidad. De esa manera, el miércoles 19 de mayo fue detenido el exsuperintendente de la SAT Juan Francisco Solórzano Foppa, en pleno bulevar Liberación y 15 avenida de la zona 13, con las circunstancias mencionadas.
No se puede seguir por esa pendiente para finalmente caer en el abismo. Después no ocurre la rectificación, sino más de lo mismo. En sucesivos comunicados las explicaciones tontas, fijarse en nimiedades o confundir los hechos. Lo peor es haber vivido esas circunstancias: la falta de habeas corpus, la ignorancia del amparo, las resoluciones formales de jueces extraviados y la falta de garantías por una mala actuación gubernamental. Nadie quiere volver al pasado.