SIN FRONTERAS

El peor servicio consular del mundo

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Índices, coeficientes, métricas y listados de clasificación mundial. En Guatemala, digamos, no somos precisamente buenos para destacar positivamente en ellos. Esta es una pena que hemos acarreado por largo tiempo. Pero lo más preocupante es que, en vez de mejorar, parece que nuestro norte es igual al del cangrejo. Como que nos gusta andar hacia atrás. No sé si les pasa a ustedes, pero cuando veo un listado de clasificación de países, sea lo que sea que se esté midiendo, para encontrar a Guatemala ya sé que debo empezar en los últimos tres cuartos de la lista. Lamentablemente, esa forma suele no fallar.
Pruébelo con cualquier indicador. Aquí algunos: Si queremos saber qué tan bien se vive en Guatemala, en el índice de desarrollo humano del PNUD, de 173 países que se miden, Guatemala ocupa el 126. Hace 20 años estábamos seis puestos más arriba. Si queremos ver la corrosiva desigualdad social, en el coeficiente de Gini somos miembros del vergonzoso peor 12%. Parece de verdad no importar de qué se esté hablando, al bello quetzal como que lo hemos hecho volar hacia atrás. A veces nuestro orgullo nos hace defender nuestra dignidad. Pero al medirnos contra el mundo, realmente somos un país de mala calidad. Lo vemos hasta en el futbol. Hace 30 años éramos competidores a nivel regional. Ahora apenas le ganamos a Nicaragua. Eso, a veces. Y el índice, nuevamente, no falla. En el ranquin de Fifa estamos en 130 de 210. En 1992 nuestro lugar era el 83.

' ¿Qué les pasa a los guatemaltecos que atienden tan —pero tan— mal a su gente?

Pedro Pablo Solares

Viendo esto comprendo que den ganas de no participar en más listados. O de apoyar que se creen nuevas métricas que aún no existen. Pero creo que estos sirven para comparar la realidad propia con lo que es posible. Para medirnos con lo que han logrado otras sociedades, y por tanto con lo que podríamos —y deberíamos— aspirar nosotros mismos. Hoy en día no existe un índice de calidad de servicios en el exterior. Pero vaya si no sería útil, para poner los puntos sobre las íes en países como el nuestro, donde tan grandes partes de su población necesitan de ellos. Desde hace mucho tiempo he pensado en la diferencia que existe entre ser ciudadano de otros países latinoamericanos viviendo en el exterior y ser uno guatemalteco.
Esto lo pienso desde 2010, cuando una señora ecuatoriana, que es dueña de una oficina de servicios en Lake Worth, Florida, se quejaba conmigo. ¿Qué les pasa a los guatemaltecos que atienden tan —pero tan— mal a su gente? Entonces atravesábamos la milésima crisis de emisión de pasaportes en sedes consulares. Cosa que nunca terminó de mejorar. Estábamos a punto de que el país estableciera un sistema de registro civil que nunca fue instalado en el exterior. El del Renap, que en 2012 dejó indocumentado de su propio país a todo quien viviera afuera, aún hoy ni siquiera ese servicio mínimo está instalado en cada sede consular.

Son varias las métricas a partir de las cuales se podría medir la calidad de atención pública para quienes viven afuera. ¿Qué tan cerca quedan los servicios consulares? Sería una buena primera pregunta. Y, por supuesto: ¿qué servicios se extienden en sus consulados?, sería una siguiente. ¿Cuál es la calidad de atención? sería solo una tercera o cuarta, abriéndonos camino a ver cuánto y qué tan calificado está el personal en cada oficina. Esta semana trascendió en noticieros nacionales algo que es el pan de todos los días entre los migrantes. Los negocios de políticos privilegiados que propician que continúe una mala calidad de los servicios consulares. El poder público reacciona a la defensiva y el Ministerio del Exterior, orgulloso ente, se defiende con soberbia. Su defensa oficiosa es echar culpas al usuario. Se necesita hacer mediciones para poner los puntos sobre las íes. Si hiciéramos un índice internacional de calidad de servicios consulares, ¿qué país cree usted que tendría los peores resultados numéricos?

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.