La propuesta de un presupuesto de casi Q100 mil millones es un absurdo, fuera de toda dimensión adecuada, especialmente tomando en cuenta las circunstancias actuales. Ante una economía con serios problemas luego de las decisiones políticas que se tomaron este año, y los problemas que se dieron a nivel internacional como consecuencia del covid-19, considero que el Gobierno es el primero que debiera reducir su presupuesto. En lugar de ello, Alejandro Giammattei y su ministro de Finanzas parecen haber visto la oportunidad dorada para incrementar considerablemente el presupuesto, utilizando como excusa precisamente al covid-19 y la necesidad de la “reactivación económica”. ¿Es esta la confirmación de la estafa del covid-19 que mencioné hace dos semanas?

De allí que no solo hayan incrementado el “presupuesto ordinario” hasta Q95.1 millardos, sino que se hayan ideado añadirle un componente extra, supuestamente para la “reactivación económica”, de Q4.56 millardos. Eso bajo el supuesto de que ese mayor gasto del Gobierno redundará en mayor actividad económica, lo que ya se ha probado hasta la saciedad que no funciona y a la postre solo sirve para incrementar las oportunidades de despilfarro y corrupción.

El factor clave que propuestas de ese tipo desdeñan es que, para que el Gobierno tenga dinero para gastar, primero debe obtenerlo de los tributarios, sea por la vía de los impuestos actuales o los futuros (endeudamiento). En este caso, este año incrementaron la deuda en Q33 millardos, y su propuesta es endeudarnos otros Q30 millardos el año entrante.

Para hacer más vendible el presupuesto, todas las comparaciones las hacen con relación al presupuesto “con ampliaciones” de 2020, es decir, lo comparan a ese presupuesto extraordinario que, con la excusa del covid-19, ellos mismos incrementaron hasta Q107.7 millardos. De allí que todavía se dan el lujo de decir que el presupuesto que presentan para 2021 es Q8 millardos menor que el de 2020. Lo correcto es decir que se está incrementando Q12 millardos del presupuesto original de 2020, es decir, un incremento del 13.6 por ciento.

La solicitud del ministro de Finanzas es completamente fuera de la realidad de la Guatemala actual. No se pueden incrementar tanto los gastos del Gobierno cuando los ingresos serán todavía menores de los que se obtuvieron en 2019. Un gasto de esa magnitud solo contribuirá a destruir la ya débil economía de los guatemaltecos. Lo más irónico es que la excusa utilizada para incrementar el presupuesto es la de la “reactivación económica”, cuando fueron las decisiones de los mismos gobernantes las principales responsables de que la situación económica esté tan mal.

Como bien lo escribió la novelista inglesa Taylor Cadwell en La columna de hierro, la obra que dedicó a la vida y el legado de uno de los más importantes políticos de todos los tiempos, Marco Tulio Cicerón: “El presupuesto debe equilibrarse, el tesoro tendrá que volver a llenarse, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios debe ser moderada y controlada, y la ayuda a los pobladores de tierras extranjeras tendrá que eliminarse para que Roma no vaya a la bancarrota. El pueblo debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa de la República”.

Pero como lo más seguro es que nada de esto vaya a suceder, considero que la única salida viable ante tal despropósito del Gobierno es que los diputados no aprueben el presupuesto y se continúe con el presupuesto de 2019, o por lo menos que reduzcan considerablemente el monto propuesto por el Gobierno. Hay que evitar que consumen la gran estafa del covid-19.