Si me permite

El respeto puede abrir la puerta infranqueable

Las personas que son respetuosas son valoradas en todo momento y en el lugar que estén.

“El respeto es una calle de doble vía; si lo quieres recibir, lo tienes que dar”. R. G. Risch

La vida desde su inicio es un proceso de aprender modalidades de conducta las cuales habrán de hacer la diferencia de como habremos de alcanzar los sueños que hemos tenido.

Las personas maduras siempre manejarán flexibilidad como un recurso para lograr la convivencia.

Cada uno de nosotros en algún momento hemos visto a algún niño haciendo todo un espectáculo al momento en que está pidiendo algo, evidencia de que no hubo alguien que corrigiera eso para saber cómo hacerlo correctamente. Claro está que el elemento del respeto es uno de los más importantes, de manera especial si lo aprendemos cuanto antes y en la relación con los nuestros.

Cuando pensamos en el concepto de respeto que se requiere para una convivencia armónica y gratificante con las personas que nos rodean, las cuales no siempre podemos escoger y seleccionar, consideramos los modales que usamos con los que nos relacionamos, como el hecho de pedir permiso, el disculparnos, o bien, el ser agradecidos en el momento en que recibimos algo, los cuales —más que una expresión— estarán reflejando de alguna manera cuán respetuosos somos.

Cuando estamos pidiendo algo fácilmente nos daremos cuenta de que no siempre nos ayudarán y los argumentos que usamos podrán ser muchos, pero por hacerlo con el debido respeto y con una modalidad correcta lo aceptamos y nos damos cuenta de que a nosotros nos corresponde buscar alternativas.

Nosotros debemos  asegurarnos de que la ayuda que hemos pedido la hemos hecho en forma correcta. Peor sería que lo hubiéramos hecho con modos de reclamo o de exigencia, porque cuando se ha reclamado, en muchos casos, se encuentra más resistencia que cooperación.

Las personas que logran desarrollar un diálogo provechoso y gratificante reconocen que, previamente a eso, hubo una postura de respeto, lo cual generó la necesaria aceptación y por ello se ha alcanzado un diálogo gratificante y productivo, seguramente.

Es justo en este momento hacer la necesaria aclaración de que, si alguien es respetuoso en el trato con alguno, no implica que necesariamente por ello se está de acuerdo con lo que está diciendo o pidiendo; simplemente, lo que se está demostrando es que respeta el planteamiento que se está haciendo y, sin lugar a duda —dependiendo de qué es lo que se quiere alcanzar—, habrá algún acuerdo o, posiblemente, se presentará algún modo de disculpas por el simple hecho de que no hay afinidad, pero siempre en un marco de respeto.

En la vida hay muchos proyectos que han quedado frustrados y que nunca se logró llevarlos adelante.

Sería muy interesante analizar si la causa fue alguna expresión o actitud que, por la falta de respeto, las contrapartes prefirieron en primera instancia mantener silencio, pero sin mayor comentario no se lograron alcanzar los objetivos que en un momento se habían trazado. Pero, por otro lado, también podemos observar que muchos logros son un simple resultado porque una de las partes si bien pensó, algo prefirió mantener silencio, porque si hubiera respondido estaría faltándole el respeto a la contraparte.

En una sociedad como la nuestra, en la que se vive bajo muchas presiones —las cuales no solo no se pueden controlar, sino que tampoco se pueden evitar—, debemos ser más que disciplinados y prudentes en saber cómo desarrollar nuestras relaciones interpersonales con respeto.

ESCRITO POR:
Samuel Berberián
Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.