SI ME PERMITE

El trabajo infantil debería ser una escuela

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“Ojalá algún día no sobren juguetes porque hay demasiados niños fabricantes”. Gianni Amores

Muchos de los niños que nos rodean hoy deben cumplir con compromisos laborales y lo decimos con todo el dolor que esto produce. Esto es por el simple hecho de que en su casa necesitan muchas manos que generen y produzcan ingresos para poder cumplir con los compromisos que hemos adquirido en el terreno de las finanzas o tal vez por alguna emergencia que les está tocando vivir.

' La forma más gratificante de soñar para un niño es cuando puede entretenerse con sus juguetes

Samuel Berberián

Es bueno que los niños estén sanamente ocupados y productivos, pero la primordial motivación debe ser el aprendizaje y la capacitación personal. Por el simple hecho de involucrarse en algo pueden descubrirse las aptitudes que cada niño tiene para poderlo orientar en la dirección correcta hasta poderle permitir un día llegar a ser un experto en la capacidad manifestada y será porque los mayores le fueron abriendo brecha para alcanzar los sueños de su niñez.

A la verdad, no solo es triste, sino incorrecto, depender de los ingresos que un niño o una niña puede generar trabajando para que los adultos cubran sus necesidades, salvo algunas muy honrosas excepciones. Lo lógico y lo normal es lo contrario, cuando nosotros los adultos sabemos negar nuestros gustos y nos determinamos en suplir las necesidades de los niños de lo que estamos generando.

Cuando sabemos involucrar a los niños en nuestro trabajo, debe ser un tiempo de una sana convivencia y una interrelación que habrá de hacer la diferencia para sus años futuros, para que cuando los recuerde le puedan generar sentimientos de gratificación y no de dolor por los momentos que tuvo que vivir.

Si con toda seriedad estamos pensando en el futuro de nuestros niños, debemos ir por cada una de las etapas, primeramente llegarlos a conocer en lo que piensan y lo que sueñan, y cómo piensan llegar a ello. Luego nos ofrecemos como mediadores y facilitadores para que esos sueños lleguen a ser realidad. Quizás para ese tiempo ya no estemos, pero sin lugar a duda seremos recordados porque los niños cuando crecen nunca se olvidan de quiénes fueron las personas y cuáles los medios para que ellos lleguen a donde están.

Es admirable ver cuando los adultos pueden involucrar a los niños en su trabajo y cuando uno le pregunta al niño si le gusta el trabajo que tiene que hacer, le devuelve una simple mirada como ¿cuál trabajo? porque ellos a la verdad, en la incomprensible capacidad de usar la imaginación, tienen una realidad muy diferente a la que nosotros los adultos percibimos.

Usualmente un adulto en ningún momento tendrá una vivencia en su memoria de la búsqueda en qué ocuparse, más bien se recordará sacando la tarea que tenía que hacer, pero es común que un niño se nos acerque y pregunte si puede ayudarnos en algo sin tener en mente preferencia o gustos. Claro, lo más fácil es devolver una frase muy educada de “no gracias”, o bien hacer la diferencia preguntando primeramente lo que al niño le gustaría hacer y desde allí poderlo involucrar.

Cada niño es un potencial heredero de lo que hoy estamos haciendo si le hacemos el espacio, incluso mejorar lo que nosotros estuvimos haciendo. Y esta realidad no solo es un hecho innegable en la sociedad, sino que debemos ser nosotros los arquitectos que nos aliamos para que los niños de hoy sean los generadores de los mayores proyectos.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.