Catalejo
En este año 2025 comenzó un nuevo cambio de época
Este 2025 será el iniciador del cambio de época necesario ante ideologías y políticas ya superadas por la realidad.
Pasada la celebración de la fiesta más importante de la cristiandad, el nacimiento del Niño Jesús, empieza a surgir la normalidad, pero esta vez es muy particular. El falleciente 2025 pasará a la historia como un año en el cual comenzaron a notarse varias realidades, aceptadas por una cantidad aún minoritaria de los 8,200 millones de seres humanos para quienes el planeta Tierra es su hogar. A lo largo de la Historia, los grandes cambios sociales, culturales y religiosos se realizaban en períodos largos, muchas veces sin fecha específica. Por ejemplo, el llamado descubrimiento de América, llamado así desde la perspectiva europea, tiene en el 12 de octubre de 1492 una referencia. Ese mismo año marca la victoria de los reyes católicos en España y la salida a la fuerza de los musulmanes, aunque su cultura haya permanecido hasta ahora.
El nacimiento de los gobiernos sustitutos de las monarquías absolutas trajo varios cambios: los gobiernos democráticos, la separación entre la Iglesia y el Estado, ahora laico, y las elecciones directas o indirectas. La independencia de las colonias españolas trajo el nacimiento de una nueva forma de gobernar en el igualmente así llamado Nuevo Mundo. Estos hechos históricos, independientemente de sus beneficios o sus lacras, afianzaron la importancia del imperio español, el cual tuvo diferencias con el inglés a causa de la presencia de la Iglesia Católica, por supuesto no exenta de hechos deplorables, pero con una importancia cultural a causa de la expansión del idioma entonces llamado castellano hasta convertirlo en el español, a secas.
Ahora, la vida del mundo no puede depender de ideología, sino de la vieja Filosofía.
Los años 1492, 1776, 1821, 1914, 1939, 1945, 1969, 2000 y otros muchos marcaron descubrimientos, independencias, guerras y viaje a la Luna, y este 2025 será recordado como el año de una explosión tecnológica en las comunicaciones, ahora instantáneas y con avances ya causantes de preocupación por las infinitas posibilidades de desbordarse y causar realidades como la inteligencia artificial, influyente y ahora hasta superior al razonamiento, aprendizaje, cultura. Un ejemplo terrible es la capacidad de escribir poesía, ensayos, tomar decisiones mejores a las humanas. Esto ha provocado muestras crecientes y documentadas de preocupación entre humanistas e incluso científicos. Se puede comparar a la energía atómica, capaz de destruir a la humanidad. El tema principal es cómo y qué se debe hacer para ponerle límites.
Desde hace años, la literatura de ciencia ficción fue una parte de ese arte milenario. Ahora de hecho desapareció. Uno de los temas más recurrentes era el de un hombre capaz de dominar el mundo a su antojo, en un retorno a la monarquía absoluta y a la voluntad unipersonal. Esta posibilidad comenzó a materializarse el 20 de enero, con la llegada del segundo período de Trump, quien es ahora literalmente el hombre sin duda alguna más poderoso del mundo. La consecuencia de su llegada es la cada vez mayor preocupación de qué cambios deben existir en el sistema democrático para evitar excesos, aunque sean gracias al voto mayoritario de ciudadanos de cualquier nivel educativo y cultural. Pero no es el único: a su lado se colocan Putin y Xi, ambos con largos años en el poder y con la concentración de los poderes del Estado.
Se puede predecir el futuro, en total o en parte, con base a la ciencia actual y la lógica, también ciencia, nacida durante la Grecia clásica. Y también se puede entender el fin de un sistema de cualquier materia, cuando se vuelve contraproducente. Por supuesto, no se puede retroceder, pero sí limitar lo nuevo antes de su desborde. Cuando esto ocurre, cuando fracasan las épocas de cambios y estos llegan a su tope, se debe comprenderlo y comenzar a vivir en un cambio de época, el cual será conocido, literalmente, de manera instantánea en el mundo entero. Hace miles de años cada quien hacía su voluntad y por eso nació el Derecho. Este símil lo creo válido. Ahora, la vida del mundo no puede depender de ideología, sino de la vieja Filosofía.