A CONTRALUZ

En manos de un mentiroso compulsivo

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Cuando comenzó la pandemia, en marzo del año pasado, muchas personas se sintieron confiadas de que Guatemala tuviera como presidente a un médico, porque eso les daba confianza de que íbamos a tener una buena atención para frenar el coronavirus. Sin embargo, poco a poco se comenzó a observar cómo el médico Alejandro Giammattei estaba más interesado en ponerse a la cabeza de la alianza del Pacto de Corruptos para copar todas las instituciones del Estado que en resolver la crisis de salud. Hoy la situación ha llegado a niveles insostenibles sin que exista una estrategia definida para combatir el covid-19. Los hospitales están colapsados, y si no fuera por la donación de vacunas por parte de países amigos, no habría mayor avance en la inmunización. Además, el mandatario quiere quedar bien con el sector empresarial más que preservar la vida de los guatemaltecos, y por ello no hay ninguna medida para reducir la ola de contagios.

' El presidente es una persona adicta a mentir porque no tiene la capacidad de gobernar.

Haroldo Shetemul

En el Hospital del Parque de la Industria los pacientes están tirados en el suelo o en sillas plásticas. En marzo del 2020, Giammattei se ufanó de que ese nosocomio iba a albergar a más de tres mil pacientes y en la primera fase iba a contar con encamamiento suficiente. También iba a tener el intensivo más grande y mejor equipado de Centroamérica. Ese centro asistencial ahora es una muestra del desastre en la atención de pacientes con covid-19 porque es mentira que tenga esa capacidad de recepción de personas. Esta situación se extiende a los demás centros hospitalarios de la capital y de los departamentos, cuya capacidad ha sido rebasada con creces. De nueva cuenta han surgido manos piadosas para donar colchones, frazadas y demás implementos. Este gobierno es incapaz de solucionar este problema, aunque sí lo tiene para dilapidar millones en la celebración del bicentenario de la dizque independencia.

Los reportes de la situación de inmunización en América Latina demuestran cuán crítica es la situación del país. Del área centroamericana, Panamá se sitúa a la cabeza porque ha logrado vacunar al 54.56 por ciento de su población; le sigue Costa Rica, con el 50.52%, y El Salvador, con el 46.78%. Hasta Honduras ha logrado mejorar su inmunización al reportar el 18.29% de personas vacunadas. Guatemala apenas lleva un 12.62% de inmunización, que se ha desarrollado principalmente en áreas urbanas y se ha dejado al margen a las regiones donde viven los pueblos indígenas, principalmente del occidente y norte del país. Otra muestra del racismo estructural del Estado.

La mayor cantidad de vacunas en existencia en el país proceden de donaciones de Estados Unidos, porque no hay certeza de que lleguen más entregas de la Spunitk V. Giammattei dijo recientemente que había renegociado el contrato con Rusia y que se iban a regularizar las entregas. De nuevo vemos que eso no es cierto, además de que se ha reportado que entre los envíos está la Sputnik Light, la cual tiene una eficacia menor. Otra muestra de que detrás de esa oscura negociación está la mano de la corrupción.

Hace un mes, el presidente aseguraba que el retorno a las clases presenciales se iba a efectuar ahora, en agosto, y que en un lapso de 15 días se vacunaría a un millón de personas. ¿Cómo se va a retornar a clases en medio del contagio de la peligrosa variante delta? Los establecimientos escolares siguen en mal estado y no hay ninguna previsión para lograr el distanciamiento social en las aulas. Toda esta sarta de mentiras las ha lanzado el mandatario tan solo para salir al paso a las críticas. Nos damos cuenta de que Giammattei es un mitómano. Es una persona adicta a mentir porque no tiene la capacidad de gobernar, mucho menos de resolver una situación que debería estar dentro de su especialidad médica. Esa indolencia nos ha dejado a los guatemaltecos a la deriva y al sálvese quien pueda.

ESCRITO POR:

Haroldo Shetemul

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Profesor universitario. Escritor. Periodista desde hace más de cuatro décadas.