NOTA BENE
Entre la primera y la segunda vuelta
Los guatemaltecos estamos digiriendo los sucesos de las elecciones generales; la mayoría logramos emitir nuestro voto tranquilamente, aunque se produjeron algunos disturbios. Ahora, tenemos la vista puesta en la segunda ronda.
' ¿Vale la pena invertir en una segunda vuelta?
Carroll Ríos de Rodríguez
Guatemala es uno de 84 países que emplea el sistema de dos rondas para elegir al binomio de presidente y vicepresidente. Es raro que un candidato obtenga una mayoría absoluta —la mitad más uno— en la primera vuelta cuando un abanico de partidos postula candidatos. Aunque es caro organizar una segunda elección, ganar por mayoría absoluta suele otorgar un mandato sólido al candidato victorioso.
El sistema de dos rondas no evita el efecto spoiler. Un ejemplo ampliamente estudiado es la elección en Francia del 2002, cuando compitieron 16 candidatos en la ronda inicial. Nueve de ellos promovían agendas de izquierda. Se anticipaba que Lionel Jospin, del Partido Socialista, se enfrentaría en segunda vuelta al presidente Jacques Chirac, quien buscaba la reelección. Sorpresivamente, Chirac obtuvo 19.88% de los votos, Jean-Marie Le Pen, el 16.86%, y Lionel Jospin se colocó en el tercer puesto con 16.18%.
Jean-Marie Le Pen, del partido Frente Nacional, es nacionalista y radical; aboga por el proteccionismo y se opone al influjo de migrantes. Jospin quedó marginado a pesar de que la suma de los votos por los partidos socialistas fue de 43%. Quienes piensan de forma similar reparten sus votos entre los partidos pequeños. Estos se roban votos entre sí; a eso denominamos el efecto spoiler. Con chispa, Chirac hizo un llamado a la unidad y obtuvo el 82.21% del voto en segunda vuelta. Seguramente, muchos lo eligieron por considerar que era “menos peor” que Le Pen.
Además, el sistema de dos rondas incentiva un comportamiento táctico. Los votantes lo vivimos hace dos días. Durante la campaña, emergieron tres candidatos punteros. Sentíamos presión por influir en el resultado colectivo, de tal suerte que pasara a segunda vuelta el político que menos nos disgustaba, y el contrincante a quien más posibilidades tiene de vencer.
Ser estratégico implicó descartar a los 15 binomios que presentan una intención de voto por debajo de 5.0%, según la encuesta de ProDatos —Prensa Libre y Guatevisión—, para no “desperdiciar” nuestro único voto. Votaron por dichos candidatos tres tipos de votantes. Primero, los afiliados al partido que temen la cancelación de la estructura política que tanto les costó armar, en caso sacaran menos del 5% de los votos válidos emitidos y no colocaran a un diputado ante el Congreso. Otros pretendían dotar a su binomio de poder de negociación; pueden ofrecer a los finalistas votos disciplinados para la segunda vuelta, por ejemplo, a cambio de ciertos beneficios. Finalmente, algunos deseaban comunicar a la clase política su frustración con este ejercicio democrático.
Una alternativa electoral que remedia el efecto spoiler y el voto estratégico es la elección por rondas instantáneas (ERI). En lugar de marcar únicamente una X en la papeleta, el votante revela el orden en que prefiere a los candidatos, marcando 1, 2, 3 y más. Al contabilizar los votos, se elimina al candidato menos votado, y se examina la segunda preferencia de sus fanes. Se realizan cuantas rondas sea necesario, hasta que un candidato obtenga la mayoría absoluta. Sería interesante evaluar si la inversión para cambiar la mecánica y el formato de la papeleta se compensa con el ahorro producto de no organizar una segunda vuelta.
En fin, es momento de lanzar a discusión pública prudentes reformas electorales, con la misma seriedad con que se ha estudiado la elección del 2002 en Francia.