REGISTRO AKÁSICO

Escaparate de podredumbre

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Al ingresar en automóvil al país desde El Salvador, se observa un cuadro bastante lastimero. Mientras en el hermano país sus carreteras están bien cuidadas, aquí son un desastre. El camino hacia San Salvador es de varios carriles y está muy bien señalizado. Tiene pintadas las líneas de ordenamiento de circulación y se observan patrullas de auxilio vial. La población salvadoreña viste bien, y aunque seguramente hay problemas de pobreza, no existe el feo espectáculo de la mendicidad a la orilla de la carretera. Para no hablar del sistema vial de la federación mexicana, con sus grandes autopistas en Chiapas.

En cambio, al ingresar por las Chinamas a Jalpatagua, la carretera carece de señalización, los bordes tienen grandes cunetas donde se imposibilita detenerse ante un problema mecánico. Lo peor son los hoyos de gran tamaño o grupos de agujeros pequeños aglomerados, lo que impide sortearlos. Son profundos y las orillas de los mismos tienen gradas donde la contrahuella en ángulo recto corta las llantas de los automóviles pequeños. Para ajuste de penas, los moradores han hecho inmensos túmulos para forzar la disminución de la velocidad, mientras harapientos niños vendedores ofrecen diversos frutos de estación. Cualquiera sabe que llegó a un país donde crece el crimen organizado y los gobernantes mantienen un asombroso e imparable peculado.

El mantenimiento es insuficiente en la carretera del altiplano, denominada CA01 Occidente o ruta Panamericana. Tramos donde carpeta de cemento está quebrada en muchas planchas, para daño de llantas y chasis. No hay advertencias en trechos intransitables. Son kilómetros de sortear obstáculos y caer en otros. No se trata de juicios de mala fe, acusaciones sin fundamento, está comprobada la falta de honradez del Micivi. Ya se estarán trasegando otras tamaletas para el gobernante.
Mientras tanto, entrega de comisiones y falta de conocimiento técnico, en los funcionarios sacados de oficio de albañilería, sin capacidad para planear el futuro del transporte nacional.

' Los caminos de ingreso al país asombran a los viajeros por su alto descuido y pésimo estado.

Antonio Mosquera Aguilar

Cuando se pensó en conectar el centro del país con una frontera, no se escogió la dirección de las exportaciones, sino la de las importaciones. De esa cuenta se encargó a la constructora Odebrecht hacer una carretera a México, sobre la CA2 Occidente o costera suroccidental. Sin estudio topográfico se avanzó en cintas asfálticas donde los pasos de ríos y riachuelos la interrumpían. Hoy se viaja en zigzag. Ora en un carril de ida, ora en un carril de vuelta. Un monumento a la majadería no podría haberse construido de mejor forma. Mientras tanto, sigue la mitad de las pistas sin uso. El despilfarro es propio de los países con gobernantes maliciosos en busca de su enriquecimiento personal de la manera más artera.

Si usted no se ha asustado cuando ingresa a Puerto Barrios y es rebasado por los grandes camiones furgones a toda velocidad, merece ir a las carreras del Grand Prix. Una vía insuficiente es el camino de los zafios y desadaptados, la vía de importación y exportación hacia el mar Caribe. No existe un sistema de distribución del tránsito y de aproximación a las facilidades portuarias. Una esquina deriva el tránsito entre puerto Santo Tomás de Castilla y los muelles de Puerto Barrios. Bien nombrada está la finalización de la Izb18: Macho Creek. Las carreteras no han dejado de ser los caminos de los machos y acémilas de hace dos siglos. Ahora son pavimentos quebrados y asfaltos con baches, para agobio de transportistas y sufrimiento de viajeros. A los que no saben elegir les toca aguantar. Se pide un poco de honradez.

ESCRITO POR:

Antonio Mosquera Aguilar

Doctor en Dinámica Humana por la Universidad Mariano Gálvez. Asesor jurídico de los refugiados guatemaltecos en México durante el enfrentamiento armado. Profesor de Universidad Regional y Universidad Galileo.