CON NOMBRE PROPIO

Esta Navidad

|

El amigo Jaime Barrios Carrillo nos decía en elPeriódico el fin de semana “¿Cómo compensar la nostalgia navideña con la fe en un futuro mejor? Navidad resulta una fiesta ambigua. Desde sus raíces más arcaicas, cuando era la celebración del dios Júpiter entre los romanos de la antigüedad. En Roma se intercambiaban regalos el 25 de diciembre, se comía y se tomaba aparatosamente. Una fiesta pagana que el emperador Constantino en el siglo IV recicló a cristiana. Se consolidó la idea de que Jesús nació ese día, al mismo tiempo que se conservaron los regalos y las comilonas. Con el tiempo, la Navidad derivó hacia el consumismo. Una fiesta para mostrar el cariño y el amor a los seres queridos con muestras materiales; es decir, regalos. Para los que pueden comprarlos. Y la Navidad se ha vuelto de todo, menos una fiesta cristiana. Es trabajo ocasional para muchos y diversión para otros”.

' Que el amor verdadero nazca en nuestros corazones para que así, de buena fe, podamos construir un mejor lugar.

Alejandro Balsells Conde

La reflexión es más que oportuna, sobre todo ahora que en pleno covid las avenidas, calles y centros comerciales muestran tumultos porque, tal como lo dicen nuestras autoridades de Salud, “la gente cree que si no compra se muere”, y así estaremos en peligro porque otros salieron a las aglomeraciones de hombro con hombro para gastar.

Los creyentes sabemos que todos somos pecadores, sin duda alguna, pero también que, por lo menos, con todas nuestras debilidades debemos actuar de buena fe. Intentemos plantar semillas de paz, amor y reconciliación, sobre todo en sociedades como la guatemalteca, donde se ha llegado al extremo de convivir junto a la violencia y el narco, sin rechazo alguno.

El 2020 deja muchísimos puestos vacíos en las mesas de esta Navidad, algunos porque se adelantaron y otros porque estarán confinados, pero también la pandemia deja un altísimo grado de violencia intrafamiliar, llegándose a extremos poco vistos. La familia constituye para muchos su peor lugar.

Se atribuye a Hipócrates esta explicación: “Las enfermedades no nos llegan de la nada. Se desarrollan a partir de pequeños pecados diarios contra la Naturaleza. Cuando se hayan acumulado suficientes pecados, las enfermedades aparecerán de repente”. En el primer semestre del año veíamos lindos videos donde, mostrándose ciudades vacías y pavos reales en calles de Madrid, venados en Berlín, osos en Quebec y peces en Venecia. La humanidad se prometía respetar más su entorno; por supuesto, solo fue suspiro de momento.
El consumismo es una anomalía, una patología. Compramos de forma desordenada y discriminada bienes y servicios que no necesitamos para sentir una satisfacción momentánea y esta satisfacción puede más que el significado de la Navidad.

El 2020 no es un año cualquiera. Muchos con dolor, pero todos con lecciones sobre los hombros debemos encarar un futuro, sabiendo que existirá una nueva normalidad. Debemos agradecer de forma más que especial a todos aquellos servidores públicos y, sobre todo, al personal de Salud que dieron mucho más de la milla extra, que mostraron su humanidad ante la incertidumbre y ante la pena, que no vieron expedientes, sino entendieron vidas.

La vivencia de la fe es personal e íntima. Desde el punto de vista de los derechos, es un acto de libertad donde nadie puede intervenir. En un país que se dice creyente y que mañana tendrá Nochebuena, sí intentemos vernos en el espejo porque la tolerancia a nuestros niveles de corrupción más que complicidad es el mayor de nuestros pecados.

Cristo es amor y no tarjetas, y menos cosas materiales. Que el amor verdadero nazca en nuestros corazones para que así, de buena fe, podamos construir un mejor lugar. ¡Feliz Navidad!

ESCRITO POR:

Alejandro Balsells Conde

Abogado y notario, egresado de la Universidad Rafael Landívar y catedrático de Derecho Constitucional en dicha casa de estudios. Ha sido consultor de entidades nacionales e internacionales, y ejerce el derecho.