URBANISMO Y SOCIEDAD
Excelente manejo del terremoto de 1976
Durante la gestión del general Laugerud García sucedió el terremoto del 4 de febrero de 1976, que generó una crisis sin precedentes en el país. Con el fuerte apoyo de donaciones internacionales y un gabinete de lujo, demostró ser un administrador capaz, recuperando el país en una forma eficiente y animando a la población con el lema “Toda Guatemala está golpeada, mas no herida de muerte; hemos sido castigados, mas no vencidos”. Fue un sismo de magnitud de 7.5 grados, con una profundidad de cinco kilómetros, cerca de Los Amates, en el departamento de Izabal, a 160 kilómetros al noreste de la Ciudad de Guatemala. Cuando entregó el poder a su sucesor, la infraestructura estaba recuperada, y en los 10 años siguientes no había vestigios de la destrucción.
' Ahora tenemos un gobierno sacado de la nada, que no hace nada bueno.
Alfonso Yurrita Cuesta
La zona más afectada por el terremoto cubría alrededor de 30,000 km², con una población de 2.5 millones de personas. Con aproximadamente 22,870 fallecidos, 76,504 heridos y 1.000,000 damnificados, con doscientos cincuenta y ocho mil casas destruidas, dejando a cerca de 1.2 millones de personas sin hogar.
Segeplán realizó varios estudios, en los cuales estimó que la cantidad de asentamientos había crecido a 232, y que sobrepasaban los 702,000 habitantes. También hizo un llamado a los sectores económicamente más poderosos para resolver los problemas del país. Y a los organismos Legislativo y Judicial para que emitieran leyes apareadas con los programas de gobierno, para que el pueblo no perdiera la fe en la justicia.
Según las estadísticas, la migración del campo a la ciudad fue altamente sensible. Guatemala se fue llenando de asentamientos humanos, la mayoría por personas producto de la migración del interior. Con el CRN recién fundado, Laugerud ordenó que iniciaran de inmediato los trabajos de “galerización”, debido a que en las zonas 2, 3 y 6 un noventa por ciento de construcciones de adobe cayeron, 40% de la red hospitalaria nacional estaba destruida y otros centros de salud también sufrieron daños sustanciales. Su gobierno realizó la construcción del Teatro Nacional, el cual inauguró. Benefició a Sololá con aulas Butler, construidas para sustituir todas aquellas escuelas que habían sido destruidas por el terremoto.
Aumentaron las invasiones a las laderas de los barrancos de las zonas 3, 5 y 6, y surgieron lotificaciones ilegales. El surgimiento de más habitantes representó, en poco tiempo, un verdadero problema en el servicio del transporte urbano, agua y luz eléctrica en la capital. Más de 20 mil familias invadieron las áreas verdes, parques y terrenos baldíos de la capital. El Estado estableció políticas para el reasentamiento de estas personas, y un porcentaje alto de los afectados fueron reubicados en colonias con los servicios básicos.
Puentes, torres de alta tensión, postes de luz y de teléfonos, y carreteras colapsaron. Chimaltenango, Chiquimula, El Progreso, Guatemala, Huehuetenango, Izabal, Sacatepéquez y Sololá fueron los más afectados, y las instalaciones portuarias de Puerto Barrios quedaron destruidas.
Se crearon planes en el CRN, como el programa de “Lotes con Servicio”, en que los primeros ejemplos fueron, Cuatro de Febrero y Bethania (en el cual tuve el honor de trabajar). Con el tiempo, la ubicación de personas sin vivienda se amplió, creando problemas sociales y violencia, que agravó la situación económico-social. La tasa de crecimiento urbano superaría al crecimiento económico, generando desempleo, violencia, la corrupción y la emigración a Estados Unidos.