DE MIS NOTAS

Fratelli Tutti

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La encíclica señala muchas realidades y peligros pertinentes a los desafíos morales que azotan a la humanidad. Sin duda, su crítica sobre la cultura digital, que “fomenta la hostilidad notable, los insultos, el abuso, la difamación y la violencia verbal destructiva de los demás, y una falta de moderación que no podría existir en el contacto físico sin destrozarnos a todos”, es una admonición a la que el mundo entero debe prestarle atención; una preocupación que ya ocupa el interés de científicos sobre las redes sociales y el impacto que tienen en la vida del hombre, como lo explican tan bien los propios creadores de las redes en el documental “Dilema Social”.

Es en el enfoque e interpretación que hace de la economía y cómo esta funciona, donde la encíclica deja grandes dudas dentro del extenso documento de más de 42 mil palabras, al señalar —por ejemplo: “aquellos que nos hubieran hecho creer que la libertad del mercado era suficiente para mantener todo seguro” (…) (168). Habría que preguntar ¿A quiénes alude el papa Francisco con esta afirmación? Una aseveración de tal magnitud habría sido ampliamente discutida en círculos académicos o en foros económicos; sin embargo, es desconocida.

' Una encíclica amplia en verdades y enseñanzas cristianas, pero con extrañas ideas sobre el funcionamiento de la economía.

Alfred Kaltschmitt

Luego prosigue con: “El mercado, por sí solo, no puede resolver todos los problemas, por mucho que se nos pida que creamos en este dogma de la fe neoliberal”. Otra vez. ¿quiénes son estos “neoliberales” que creen que los mercados pueden resolver todos los problemas?, pregunta Samuel Gregg,
del Acton Institute. ·Hacer tal afirmación debe presentar evidencia que lo respalde. De hecho, “algunos de los liberales de mercado más prominentes del mundo han estado argumentando durante décadas que los mercados requieren hábitos morales no comerciales y prerrequisitos institucionales y culturales, para que los individuos y las empresas puedan crear valor económico y suministro a las personas con los bienes y servicios que necesitan”.
Una aseveración, en realidad, inexplicable, porque si algo ha demostrado esta pandemia es que el individuo, con su vasta y diversa capacidad creativa de adaptarse a los desafíos que se le presenten, ha mantenido a los mercados mundiales abiertos y abastecidos en condiciones de extrema dificultad; ofreciendo dentro de las escaseces y penurias una consistente oferta de bienes y servicios. En contraposición a los anaqueles vacíos de aquellas economías que están centralizadas y en las cuales el papel central del Estado afecta, no solo a la propiedad privada, sino el libre intercambio de bienes y servicios: la comprobada —hasta la saciedad— fórmula para crear pobreza en vez de riqueza.

No se pueden descartar, aún siglos después, las observaciones de Adam Smith sobre los individuos que, “actuando sus preferencias interesadas, podían —como si fuesen guiados por una “mano invisible”— producir regularidades sociales generalmente benéficas en gran escala”.

En otra parte de la encíclica también pide que se “fortalezcan las Naciones Unidas y otras estructuras multilaterales para frenar una economía globalizada más allá del poder de regulación de los estados nacionales”. Preocupa que el Papa fortalezca un conglomerado que, en muchos aspectos, contradice en forma, fondo y contenido la doctrina católica.

Pero la Encíclica contiene abundantes verdades per tutti fratelli como esta: número 47. “La verdadera sabiduría exige un encuentro con la realidad”.

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.