ALEPH
Hacia el Estado plurinacional
Ahora que la silla de Atanasio Tzul ha regresado a los 48 Cantones de Totonicapán, después de 201 años de estar en distintos lugares “oficiales”, incluido el Museo de Historia, de donde salió, es bueno hablar de la propuesta que hacen las Naciones Indígenas sobre la fundación del Estado Plurinacional. No es un tema nuevo, pero sí uno del cual debemos hablar mucho más como sociedad, con más y mejores argumentos cada vez.
' Parto de un cambio de paradigma y de nuevos imaginarios sociales posibles.
Carolina Escobar Sarti
Ante la propuesta de un Estado Plurinacional, algunas personas se asustan y atacan, otras se emocionan, otras idealizan y varias más le hacen de avestruz y esconden la cabeza. Pero en un país en el cual, según el censo de 2018, un 43.7% de la población es indígena (y eso que ese censo no es tan confiable), es inevitable que abordemos este tema de manera civilizada, para avanzar hacia formas distintas de buen vivir en sociedad.
La Coordinación y Convergencia Nacional Maya Waqib’ Kej ha presentado una propuesta para la fundación del Estado Plurinacional, que sintetiza las propuestas anteriores generadas por las Naciones Indígenas desde 1970 y las actualiza. Luego de varios procesos de consulta y construcción colectiva en diferentes niveles, proponen en este 2021 el “Planteamiento Político hacia el Estado Plurinacional para el buen Vivir. Una propuesta de las Naciones Indígenas de Iximulew”.
Ante la pregunta de si hay condiciones hoy en Guatemala para presentar esa propuesta, la exdiputada Rosalina Tuyuc dice: “Lamentablemente, para los pueblos indígenas nunca va a haber condiciones, las condiciones las tenemos que arrancar [empezar] con acciones, con hechos, muchas veces solos, pero otras veces con el respaldo y el apoyo de otros sectores, conscientes de que para cambiar todas estas desigualdades y el racismo, solo los pueblos no lo podemos hacer, lo tenemos que hacer con otros (…). Hemos analizado una y otra vez, estamos en gran desventaja, pero lo peor es quedarnos callados, quedarnos con los brazos cruzados y no hacer nada, sino dejar ese precedente de que los pueblos indígenas necesitamos cambios dentro de este marco. Si hubiéramos querido desconocer todas las normas y procedimientos, quizás esto lo hubiéramos tomado de otra forma. Pero todavía creemos que, dentro de este marco y más de los marcos de convenios y tratados internacionales en materia de derechos de los pueblos indígenas, de mujeres, de juventud, sobre la biodiversidad (…) podremos alcanzar el objetivo que queremos”. De manera general, el planteamiento busca: 1. Reformas para avanzar en cambios posibles en el marco de la actual Constitución, a través de aprobación y cumplimiento de leyes, programas y reglamentos propuestos por las Naciones Indígenas. 2. Una nueva Constitución Política que requerirá de una Asamblea Nacional Constituyente donde las Naciones Indígenas participen en equivalencia para la construcción del Estado Plurinacional. 3. Reestructuración profunda del presupuesto del Estado, el cual debe orientarse a la inversión en las comunidades empobrecidas durante cinco siglos de colonización. Y 4. Transformaciones políticas, jurídicas y reorganización de la institucionalidad estatal.
En los próximos días tendremos la versión final de la propuesta. Estamos hablando de una posible profunda reforma del Estado, algo que, sin duda, nos obliga a salir de las cajas mentales acostumbradas. No parto ya de la cuestión de que Guatemala es un país racista, porque es un hecho probado y la sola pregunta devela ignorancia. Parto de un cambio de paradigma y de nuevos imaginarios sociales posibles.
La idea de finca pide patrones, capataces y peones; pide ciega obediencia. La idea de democracia, en cambio, pide ciudadanía, funcionarios honorables y capaces; pide relación y diálogo. Hablemos.