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Importancia del debate político

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A tan solo nueve días para el balotaje presidencial de Guatemala, no hemos tenido la oportunidad de poder ver debatir a los dos candidatos que participarán el 20 de agosto. Y debería ser obligatorio y patrocinado por el mismo TSE, organizar un debate de altura, donde ambos candidatos puedan exponer su plan de gobierno, y ser cuestionados con preguntas concretas —incluyendo dudas sobre su vida personal—, para ver su desempeño, personalidad y capacidad. En este debate oficial, tendrían que ser invitados todos los medios de comunicación.

' Luego de un debate, la categoría de indecisos, sí podría inclinarse hacia uno u otro candidato presidencial.

Brenda Sanchinelli

Pero la realidad es diferente, el hecho de no verlos debatir, crea un ambiente electoral negativo, porque prácticamente los electores solo tienen como referencia para emitir su voto, las campañas negras de TikTok o las entrevistas individuales que acepta cada uno de los candidatos.

Tradicionalmente, los debates presidenciales son vistos como “la última oportunidad”, antes de las elecciones para influir en el resultado, ya que ofrecen a los votantes el chance de escuchar a las dos opciones simultáneamente, discutir y expresar sus respectivas agendas políticas. Sin embargo, varios estudios realizados sobre el comportamiento de los votantes han demostrado, que en realidad no tienen mucho impacto en la votación. Aunque, la categoría de indecisos, sí podría inclinarse hacia uno u otro candidato presidencial, después de escuchar su debate.

Además, la afiliación política e ideológica pesa mucho, en el juicio que los espectadores tienen de esta particular “competencia comunicativa”. La lealtad partidaria siempre ha tenido una gran importancia, pero esta última puede haberse acentuado, por el papel asumido por las redes sociales en la transmisión del discurso público. Los políticos (según ellos), pueden comunicarse directamente con los votantes, en la web, y se encuentran inmersos diariamente en una campaña electoral sin descanso.

Aunque no debería de sorprender, pensando precisamente en la difusión de las redes sociales, que los actuales candidatos se hayan convencido, de que la era de los debates televisivos ha llegado sustancialmente a su fin, dejando de ser para ellos, una oportunidad única para asistir a un enfrentamiento entre candidatos. Sin embargo, la seriedad y el respaldo que tiene un canal de televisión es algo que por ahora sigue vigente. Y no debería ser despreciado en ningún momento.

En Guatemala se necesita sin duda alguna, propiciar los suficientes debates políticos, para que la población pueda formarse un criterio objetivo, sobre los diferentes planes de gobierno, la manera como serán manejados los problemas que aquejan a la nación y la preparación integral que posee el aspirante a presidente.

Es interesante observar la manera cómo los candidatos se sirven de determinados géneros discursivos para transmitir sus ideas, muchos suelen hacerlo en contextos orales fuertemente planificados, y otros paradójicamente muestran su capacidad de improvisación y naturalidad, para responder a los cuestionamientos. Ambos, tratando de potenciar su imagen social e intelectual. De hecho, si alguno de estos “actores” se negara a participar en estos debates, debería ser descalificado automáticamente por los votantes, por hostil, temeroso o incompetente.

Por otro lado, los medios de comunicación guatemalteco, tienen la obligación moral, de propiciar debates de altura, con el fin de que los ciudadanos podamos conocer a fondo, quienes son los personajes que pretenden gobernarnos. Los temas a discutir deben ser concretos, incluyendo cifras, porcentajes, estudios y medios de acción. Y obviamente los candidatos deben acudir, porque se deben a los votantes, aunque no les simpaticen los dueños del canal organizador.

ESCRITO POR:

Brenda Sanchinelli

MSc. en Relaciones Internacionales e Imagen Pública. Periodista, experta en Etiqueta. Dama de la Estrella de Italia. Foodie, apasionada por la buena mesa, compartiendo mis experiencias en las redes.