Imagen es percepción

India y Pakistán, ¿al borde de una guerra nuclear?

Una chispa en Cachemira podría encender el conflicto más letal del siglo. Una guerra nuclear entre India y Pakistán.

El 22 de abril de 2025, el idílico valle de Pahalgam, enclavado en las montañas del Himalaya, en la región india de Cachemira, se tiñó de sangre. Veintiséis civiles, en su mayoría turistas hindúes, fueron asesinados en un atentado reivindicado por el grupo islamista “Resistencia de Kashmir”. La tragedia desató una tormenta geopolítica entre India y Pakistán, que amenaza con incendiar una de las fronteras más peligrosas del planeta. No es solo otro capítulo del eterno conflicto por Cachemira. Es, quizá, el preludio de una crisis capaz de redefinir el equilibrio global.

No puede haber paz, mientras haya impunidad para el terrorismo.

India no tardó en responder. El gobierno de Narendra Modi suspendió el Tratado de Aguas del Indo —vigente desde 1960—, expulsó a diplomáticos paquistaníes y movilizó tropas a la frontera. Islamabad reaccionó cerrando su espacio aéreo a vuelos indios, cancelando acuerdos bilaterales y advirtiendo de que, según fuentes de inteligencia, un ataque indio podría producirse “en las próximas horas”. Los ejércitos están en alerta máxima. Las declaraciones diplomáticas  han dado paso al lenguaje de las maniobras militares.

El origen del conflicto no es reciente. Desde la partición del Imperio Británico, en 1947, Cachemira ha sido el corazón en disputa entre dos naciones nacidas del trauma colonial. Tres guerras, incontables escaramuzas y acuerdos frágiles no han resuelto la tensión. India ha invertido en desarrollo económico y conectividad en esta región, pero esos esfuerzos han sido sistemáticamente saboteados por grupos armados con presunto respaldo paquistaní.

Aunque Pakistán niega su implicación, su historial es difícil de ignorar. Osama Bin Laden fue localizado y abatido por fuerzas estadounidenses en Pakistán. El propio Estado Islámico ha mantenido células activas en su territorio. Servicios de inteligencia sugieren colaboración informal entre el gobierno y grupos yihadistas. A ello se suma la injerencia iraní, que, bajo el velo de una guerra de influencia, ha financiado redes extremistas en la región.

El riesgo es mayúsculo porque ambos países son potencias nucleares. En el plano militar, la asimetría es clara. India es la cuarta potencia militar del mundo, con un ejército de 1.48 millones de soldados y un presupuesto de defensa de 86 mil millones de dólares. Posee armamento avanzado, portaviones, misiles de largo alcance y sofisticados sistemas de defensa. Pakistán, en contraste, ocupa el duodécimo lugar global y, aunque ha modernizado sus fuerzas, su capacidad naval y aérea es limitada frente al gigante indio.

India mantiene una política de “no primer uso”. Pakistán, en cambio, no descarta utilizar armas nucleares tácticas ante una invasión convencional. Este diferencial doctrinal convierte cualquier conflicto convencional en un riesgo existencial.

Sin embargo, aún queda margen para la diplomacia. Estados Unidos, China y la Unión Europea han iniciado contactos con ambos gobiernos, intentando evitar el punto de no retorno. La doctrina de la disuasión, aunque frágil, sigue siendo una barrera racional frente al abismo, pero no hay garantía. Un error de cálculo, una provocación mal entendida o una respuesta desmedida bastaría para transformar esta crisis, en un cataclismo global.

India ha demostrado una contención notable ante la provocación. Pero su paciencia tiene un límite. La comunidad internacional debe ir más allá de los comunicados. Ya es hora de exigir a Pakistán el desmantelamiento total de los refugios terroristas en su territorio.  Cachemira no es solo una línea en disputa en los mapas. Es el umbral donde colisionan el terrorismo, el nacionalismo y el peligro nuclear. Lo que está en juego no es solo la soberanía de una nación, sino la estabilidad de toda la humanidad.

ESCRITO POR:
Brenda Sanchinelli
MSc. en Relaciones Internacionales e Imagen Pública. Periodista, experta en Etiqueta. Dama de la Estrella de Italia. Foodie, apasionada por la buena mesa, compartiendo mis experiencias en las redes.