MIRAMUNDO

La amenaza del pupulismo y religión

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El populismo es una deformación de la democracia, porque su base consiste en lograr un discurso para movilizar de forma desordenada a las masas recogiendo retazos de muchas doctrinas y filosofías, poco importando si las mismas son contradictorias entre sí. Armar un fiambre de mensajes, pero jamás perder la arenga que convenza y sobre todo que surja como arma redentora.

' En países con pobreza extrema, como Guatemala, el populismo ha sido un arma adoptada por distintos políticos.

Alejandro Balsells Conde

En países con pobreza extrema, como Guatemala, el populismo ha sido un arma adoptada por distintos políticos con el objeto de lograr convencer a un electorado alejado del Estado, pero que sí anhela esperanzas y horizontes.

En América Latina e incluso también en los Estados Unidos se ha registrado un auge en la participación política partidista de ciertas iglesias evangélicas, al grado de que en Brasil, el presidente Bolsonaro intentó convertir su reelección en un referéndum entre católicos y evangélicos, haciendo cuña de mensajes bastante radicales en torno a distintos temas, sobresaliendo el aborto.

Nuestra Constitución al igual que las demás constituciones centroamericanas reconocen la libertad de religión, por consiguiente, el Estado no interviene, o bien no debe intervenir en aspectos religiosos; sin embargo, en Guatemala se registra una enorme proliferación de iglesias evangélicas, y esto obliga a analizar si grupos políticos están interesados en establecer, de forma paralela, organizaciones de apoyo pero con estructura religiosa.

La candidatura de pastores no es nada nuevo, pero sí la inusitada invasión y hasta falta de tino para dividir los aspectos que deben tratarse desde lo terrenal y desde lo Divino. En torno a este tema cualquiera mencionará que si alguna iglesia ha estado cercana al poder ha sido la católica, pero la iglesia católica al tener una autoridad central y reglas para todos, quiérase o no, se pueden establecer los casos de sacerdotes con participación política partidista, pero jamás de toda la comunidad a pesar de las diferencias naturales que ostentan en su propio seno, lo que es muy distinto cuando abundan las organizaciones sin ningún bloque unificador.

El punto de estas líneas es comprender que el protestantismo precisamente nació de los abusos de la Iglesia Católica en torno a la administración del poder terrenal y su dinero, pero ahora así como abundan los pastores de corazón que creen en un mensaje teológico legítimo, también existen otros que tras palabras bíblicas buscan adeptos para influir políticamente y esta elección es un buen ejemplo de lo señalado, habiéndose demostrado en latinoamericana como el radicalismo religioso consigue incluso hasta la generación de actos de violencia y un populismo de derecha muy peligroso.

El caso del Estado de Israel y el reconocimiento de Jerusalén como su capital por Guatemala es bastante ilustrativo para entender cómo el asunto se analizó desde un punto de vista religioso, y no como un asunto de Estado, llamando la atención que ahora las prácticas cristianas están siendo prohibidas por el gobierno israelí.

Nuestros políticos claman a Dios cada cinco palabras, hemos tenido presidentes invocadores de mensajes divinos pero han personificado la contradicción en sí mismo, por lo menos debemos lanzar ideas claras de que en una democracia caben todos los credos y no se vale que se introduzcan, como ocurrió en Brasil, mensajes redentores con el único objeto de engañar incautos y conseguir poder político.

Debemos entender que en Guatemala además de católicos y la gran gama de evangélicos, convivimos con budistas, musulmanes, judíos, agnósticos y ateos, entre tantas otras religiones, por lo que como bien señaló Desmond Tutú, uno de los más grandes voceros del protestantismo mundial, “Dios no es Cristiano” y por eso la tolerancia y el rechazo a los mensajes de odio deben de guiarnos en todo momento rechazándose el populismo con barniz religioso.

ESCRITO POR:

Alejandro Balsells Conde

Abogado y notario, egresado de la Universidad Rafael Landívar y catedrático de Derecho Constitucional en dicha casa de estudios. Ha sido consultor de entidades nacionales e internacionales, y ejerce el derecho.