SI ME PERMITE
La bondad debe ser evaluada por su intención
“Si hacemos el bien por interés seremos astutos, pero nunca buenos”. Cicerón
En nuestra sociedad se nos ha instruido para ser bondadosos como una parte de la educación que tenemos, pero eso no implica que necesariamente sea parte de nuestra personalidad. Es solo una determinación de nuestra manera de ser; en otras palabras, es el perfil que proyectamos por ser educados.
Es diferente la bondad, que es parte intrínseca de la manera de proyectar nuestra vida, porque no nos interesa ser egoístas y solo pensar en nosotros mismos, sino que nos interesa el bienestar de nuestro prójimo, por lo cual estamos dispuestos muchas veces a dar la milla extra para que podamos, con nuestra bondad, aliviar la necesidad de los que nos rodean.
Es claro el ejemplo en el Evangelio cuando alguien preguntó al Maestro “quién es mi prójimo”. Le contestó con un relato que bien podría ser una realidad que estaríamos viviendo hoy en día. Lo sorprendente es que al terminar el relato le preguntó al interlocutor quién cree que era el prójimo al que había sido afectado por el maltrato. La respuesta inmediata fue el que se había mostrado con misericordia, simplemente porque llenó una necesidad. Si bien nosotros no podríamos llenar todas las necesidades de los que nos rodean, bien podemos en un momento de una emergencia hacer algo para remediar la situación.
' La auténtica bondad debería ser parte fundamental del diario vivir de todos nosotros.
Samuel Berberián
Claro está que cuando la bondad se expresa porque hay un interés por medio de las partes, no se puede definir por bondad verdaderamente, sino en un beneficio propio. Pero cuando estamos haciendo un alto en nuestro camino y nos predisponemos a ser bondadosos, no será simplemente un asunto de educación y cortesía, sino un proyectarnos en llenar la necesidad de nuestro prójimo para aliviar la situación que este está viviendo.
Es sorprendente observar cómo la bondad, cuando se aplica desinteresadamente, nos está ampliando nuestro círculo de relaciones, porque para nosotros puede ser simplemente una práctica rutinaria, pero el que es recipiente de nuestra bondad difícilmente se olvida y habrá de asociar nuestra persona con la atención que recibió en un momento de necesidad.
Este detalle deberá ser parte formativa en nuestra vida y de los que están a nuestro cargo para ser integrado en su modo de ser. Por ejemplo, si alguien necesita cruzar una calle y tiene limitantes, es prudente que nuestros mayores nos indiquen para que asistamos a la persona a cruzar. De ese modo lo tendremos como parte de nuestra conducta, para que cada vez que sea necesario actuemos por iniciativa propia porque fuimos instruidos y estamos conscientes de por qué lo debemos de hacer.
En nuestra sociedad, lamentablemente en estos días, la gente está demasiado enfocada en sus propios intereses y se desarrolla una mentalidad muy centrada en uno mismo, siguiendo nuestro propio camino. Por ello debemos saber que un día nosotros podemos estar necesitando una acción bondadosa del prójimo y simplemente la estaremos cosechando si la hemos sembrado.
Muchas veces una acción de las más mínimas puede hacer la diferencia para las personas que nos rodean. No necesariamente deben ser acciones extraordinarias, por lo que será sano no simplemente centrarse en nosotros mismos, sino recordar que somos parte de una gran sociedad en la cual debemos funcionar con una bondad sincera.