PUNTO DE ENCUENTRO
La digna resistencia
La noticia sobre la destitución de Juan Francisco Sandoval se regó como pólvora. En los medios y las redes las reacciones no se hicieron esperar. Miles de mensajes espontáneos reflejaban la enorme indignación por la arbitraria e ilegal decisión de María Consuelo Porras Argueta, la fiscal general del Pacto de Corruptos. La gente se movilizó para manifestar su descontento y cuando se supo que Sandoval daría una conferencia de prensa en la PDH, fueron hacia allí para respaldarlo. Con la firmeza y la claridad que le caracterizan hizo una declaración contundente sobre los motivos que estarían detrás de su despido y afirmó: “El sistema de justicia no depende de Juan Francisco Sandoval. El verdadero poder está en el ejercicio ciudadano”.
La respuesta solidaria y digna de los pueblos de Guatemala no se hizo esperar. La voz de Martín Toc, presidente de los 48 Cantones de Totonicapán, se escuchó fuerte y clara: “Hoy más que nunca necesitamos de la unidad de todos. Necesitamos de los transportistas, del que trabaja en el campo, necesitamos de las personas que están en el mercado para que se manifiesten y que se escuche una sola voz pidiendo justicia, una sola voz pidiendo que este país se reconstruya nuevamente. Es responsabilidad de todos. Estamos aquí nosotros en pie de lucha invitando a los ixiles, garífunas, xincas, a los ladinos de cualquier lugar de este país. Hoy más que nunca necesitamos la unidad de este pueblo. Que ya no sea la indignación solo en redes sociales, es hora de pronunciarse y de actuar. Es hora de decir que el pueblo unido jamás será vencido”.
' ¡A redoblar compatriotas que esto apenas empieza!
Marielos Monzón
Las asambleas comunitarias se multiplicaron a lo largo y ancho del país. Autoridades ancestrales de la Alcaldía Indígena de Sololá, del Parlamento Xinca, de la articulación de los pueblos Q’anjob’al, Chuj, Akateko y Popti, del pueblo garífuna y decenas de organizaciones indígenas, campesinas y sociales se sumaron a la convocatoria y protagonizaron el Paro del 29 de julio que se convirtió en una jornada nacional por la resistencia y la dignidad. Las imágenes de miles de personas manifestándose en los departamentos conmovieron al mundo y nos mostraron la fuerza de la unidad y de la organización.
A las concentraciones en más de 80 puntos se sumó en la capital un vigoroso movimiento estudiantil universitario que también dio muestras de unidad. “Pública y privadas están organizadas” y “Pueblo que escucha, únete a la lucha” cantaban cientos de jóvenes mientras avanzaban con mantas y banderas reclamando la renuncia de Porras y de Giammattei.
El personal de salud de primera línea de los hospitales públicos también se hizo presente para denunciar la desastrosa gestión de la pandemia y las precarias e injustificables condiciones contra las que deben luchar para salvar la vida de sus pacientes: “¡La corrupción mata! Luchamos por un mejor país, por un poco de salud, educación y esperanza. ¡Fuera corruptos!” se leía en una de las mantas del personal del Hospital General San Juan de Dios.
La dimensión de la indignación alcanzó a organizaciones de migrantes, a referentes empresariales, del arte y la cultura y a varias diócesis y obispos que llamaron a acuerpar el paro, incluso doblando las campanas. La alianza pro-impunidad sintió la fuerza de los pueblos y constató perpleja que su dominio y su control no es absoluto. No le fueron suficientes sus trillados argumentos de la “violación a la libertad de locomoción” y la “desestabilización” con los que intentaron deslegitimar la protesta. Y nadie le creyó a Desconsuelo cuando habló de “actos vandálicos de unos pocos guatemaltecos”. Ella sabe y nosotros también sabemos lo que pasó el #29J. Queda mucho camino por recorrer, es cierto, pero la ruta está trazada: es con organización y con unidad. ¡A redoblar compatriotas que esto apenas empieza!