SI ME LO PERMITE

La discriminación es producto de malformación

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“La paz no es solamente la ausencia de la guerra; mientras haya racismo, discriminación y exclusión difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz”. Rigoberta Menchú

Una simple mirada al universo que tenemos y en el cual habitamos nos permite apreciar y contemplar la diversidad que este tiene y la belleza y admiración que nos genera, de lo cual nunca podemos poner un final. De la misma manera cuando llegamos al prójimo es imposible aceptar que está fuera de la uniformidad y por lo mismo monótono, pero la diversidad de perfiles, razas y etnias le da una armonía que el Creador supo hacer.

Cuando llegamos a la vivencia tan común y tan desagradable de la discriminación, esta se inicia en un juicio de valoración que superpone como mejor la de uno, y los demás son de menor categoría según nuestro criterio. No se debe tolerar una pobreza de criterio como esta. Con que veamos en las diversas áreas de la vida cómo se destacan diferentes grupos étnicos, como en el caso de los deportes o la industria, debemos entender que cada una de la diversidad que nos rodea agrega un toque particular en nuestro universo.

' Si erradicamos toda forma de discriminación tendremos una sociedad digna de ser habitada.

Samuel Berberián

Es innegable y más que evidente cuando hay alguna manifestación de discriminación que esta ha sido enseñada por los nuestros, sin darse cuenta del daño que esto ha producido en una convivencia armónica y saludable. Sin lugar a duda, cuanto antes podamos corregir este comportamiento, mucho mejor será nuestro transcurrir en esta vida, y si podemos de alguna manera erradicar este mal, habremos marcado la historia para que se recuerde. Claro está que los intentos por erradicar han sido innumerables, pero los logros son más que pobres.
Cada vez que percibimos en alguien un comportamiento de discriminación, debemos poner un alto, por el bien de él y los que viven con él, seguramente en ese momento no seremos gratificados y mucho menos agradecidos por la observación hecha, pero hemos cumplido con nuestro deber de humanos, y si mantenemos silencio o bien dejamos pasar pensando que no nos toca hacer el comentario correctivo, muy posiblemente la historia nos podrá juzgar como cómplices porque el silencio de alguna manera consiente y afirma lo que está sucediendo.
Es importante que empecemos visualizando una sociedad como una gran orquesta sinfónica, donde cada uno está aportando su parte con sus propias particularidades, pero en conjunto llega a ser tan gratificante, al punto de que al final la gente que lo percibe se para y con una máxima ovación reconoce lo bien que ha hecho cada uno en eso que le tocaba hacer, en el momento correcto.

Toda malformación puede ser corregida y enmendada, esto es simplemente asunto de voluntad y determinación. Como cualquier cambio que se planea, no es tan relevante donde uno está, sino a dónde quiere llegar o lo que quiere alcanzar. De la misma manera, a dónde queremos llegar con una sociedad ausente de discriminación y como una gran familia, donde cada uno tiene su modo y su propia personalidad.

Para el bien del prójimo y el nuestro empecemos cada uno de nosotros haciendo nuestra parte, sin esperar que otros lo inicien, y mucho menos que los que nos rodean lo reconozcan, sino que disfrutemos cada uno de nosotros lo gratificante que es relacionarnos con los que nos ha tocado tener en nuestro derredor, como la gran familia que Dios nos ha regalado.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.