META HUMANOS

La educación integral como camino

Actualmente estoy en mi segundo año de universidad y muchas veces me he cuestionado si la fórmula actual del sistema educativo que tenemos es la correcta… Creo que podemos modificarla. Desde mi perspectiva, le hace falta amor, comprensión, comunicación y consciencia.

' El sueño de un modelo educativo diferente es compartido por miles de jóvenes en Guatemala y en el mundo.

Sarah Letona

Idealmente, la escuela debería ser un lugar en donde nos sintamos seguros y en donde nuestras ganas por aprender se enciendan para siempre. Pero si le preguntamos a un niño de 8 años qué piensa acerca de la escuela, lo más probable es que nos diga que es un lugar aburrido y sin mucha gracia.

La mayoría de los centros educativos se enfocan en enseñarnos a ser buenos estudiantes, cuando también deberían enseñarnos a ser buenos seres humanos, a abrazar nuestra humanidad. A aprender a ser menos competitivos y más colaborativos. A reemplazar ese método de aprendizaje robótico —de ingerir información, sin tomar consciencia de por qué y para qué— por un método integral —cuerpo, mente y espíritu— e integrado —a nuestro entorno cercano y al mundo—, como camino para co-crear un mejor país.

Como mujer centenial, considero que es vital integrar a nuestro modelo educativo, el aprendizaje sobre la salud mental. Personalmente, me ha tocado educarme sobre este tema por mi parte, buscar la información afuera, preguntar con miedo y con vergüenza.

Supongo que, si estás leyendo este artículo, ya terminaste tu tiempo en la escuela. De ser así, te invito a recordar todos esos momentos en los que experimentaste estrés, angustia, inseguridad y duda por primera vez. Pues esos sentimientos que normalmente empiezan a surgir en la niñez y la adolescencia necesitan ser escuchados. ¿Y quién nos ayuda a sobrellevarlos? ¿Quién nos guía? ¿Quién nos prepara para lidiar con esto?

Al conversar con otros centeniales, confirmo que es crucial y urgente crear programas de salud mental y bienestar en el aula. Espacios entre profesores y alumnos dedicados a hablar, a escuchar, a compartir cómo nos sentimos y a aprender a potenciar nuestra inteligencia emocional.

El sueño de un modelo educativo diferente es compartido por miles de jóvenes en Guatemala y en el mundo, de contar con espacios donde se hable de lo que nunca se habla, en donde se hagan preguntas que nunca se hacen: desde un ¿cómo te sientes hoy? hasta un ¿qué te ha estado angustiado últimamente? De darle importancia a lo que para nosotros es importante y que tantas veces pasa desapercibido, afectando no solo nuestro bienestar personal y social, sino también nuestra capacidad para aprender.

Hacer de estos intercambios algo natural, ligero e intuitivo es definitivamente beneficioso para todos, pues todos necesitamos ser escuchados y acompañados, y todos nos podemos ayudar unos a otros, siendo a veces maestros y a veces aprendices.

Para lograrlo, estas actividades pueden iniciar desde los más pequeños, para que, en vez de ver la salud mental como un tabú, lo veamos como un pilar del bienestar integral de todo ser humano y sus sociedades.

Como nos lo ha evidenciado la neurociencia, cuando las escuelas generan ambientes de confianza, seguridad y comunicación honesta, todos podremos estar en un estado mucho más receptivo para aprender y desarrollar nuestro potencial a lo largo de la vida, pues habremos aprendido a conocernos mejor, a autorregularnos y a comprendernos más a pesar de nuestras diferencias.

La educación integral es posible, y deberíamos recibirla en todos los centros educativos. Es el camino para que antes de hacer, aprendamos a ser, para llevarnos con nosotros lo aprendido para siempre, como herramienta de transformación personal y social.

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