PLUMA INVITADA

La era de la minoría creativa

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El rabino Jonathan Sacks dijo en cierta ocasión que ser una minoría en la Europa del siglo XIX era como vivir en el país natal de alguien más. Los aristócratas eran los dueños de la casa. Otras personas podían vivir ahí, pero solo eran huéspedes. No tenían el derecho de establecer reglas, operar las instituciones ni dominar la cultura.

' Las personas expresan su identidad minoritaria con un orgullo justificado.

David Brooks

Estados Unidos de los años cincuenta podría describirse de manera similar. Sin embargo, con el paso de las décadas, la élite protestante se desmoronó y EE. UU. se convirtió en un país maravilloso, más diverso. Si decidiste leer este texto es probable que pertenezcas a un grupo minoritario, o a varios. Quizá seas afrodescendiente, judío o musulmán; homosexual, trans, hispano, asiático-estadounidense, socialista, libertario o swedenborgiano.

Hasta los antiguos propietarios de la casa ahora se sienten como miembros de una minoría. Las principales denominaciones protestantes que antes gozaban de gran dominio, como los episcopales y los metodistas, ahora tienen una menor proporción y han perdido influencia. Incluso algunas de las personas que solían considerarse parte de la mayoría ahora se sienten minorías. En la actualidad, los protestantes evangélicos caucásicos apenas representan alrededor del 15% del país. Una de las razones por las que votan por personas como Donald Trump es que se sienten extranjeros en su propia tierra, minorías oprimidas forzadas a luchar por su supervivencia.

Vivimos en la era de las minorías. Las personas expresan su identidad minoritaria con un orgullo justificado. Tal vez sea más preciso decir que EE. UU. ahora es un lugar de minorías en competencia. Es crucial responder la siguiente pregunta: ¿Cómo conciben las personas la identidad de su grupo minoritario y cuál es su percepción de las relaciones entre minorías?

A lo largo de la historia, según otra observación de Sacks, se han identificado por lo menos cuatro mentalidades diferentes: en primer lugar, la asimilación. Los asimilacionistas sienten que su identidad minoritaria los limita. Quieren que los demás consideren su individualidad, no que los vean como miembros de una categoría de forasteros. Tratan de eliminar los atributos que podrían identificarlos como judíos, mexicanos o miembros de otro grupo.

En segundo lugar, el separatismo. Los separatistas quieren conservar la autenticidad de su propia cultura. Mandan a sus hijos a la escuela con otros niños de la misma cultura y socializan principalmente dentro del mismo grupo. Tener una firme identidad cohesiva da significado a su vida, por lo que no quieren que se pierda. La tercera mentalidad es de combate. Quienes adoptan este enfoque ven la vida, en esencia, como una lucha entre grupos opresores y oprimidos. La intolerancia está tan arraigada que no hay ninguna esperanza real de integración. Su deber es luchar contra los grupos que los desprecian y cuyos valores son ajenos a ellos. De hecho, esta batalla da un propósito a su vida.

El cuarto enfoque es de integración sin asimilación. Quienes prefieren esta mentalidad aprecian lo que su grupo le ha aportado a la nación en general. E pluribus unum. Los integrantes de este grupo celebran las identidades pluralistas, compuestas y la mezcla variada de grupos, cada uno con aportaciones particulares a la identidad estadounidense.

La política de EE. UU. es muy desagradable en la actualidad porque a muchas personas les parece más convincente la tercera mentalidad. Los estadounidenses son un pueblo de profunda religiosidad, en especial cuando creen que no son religiosos. Hoy, una tendencia que describiría como la “religión del minorismo” se ha apoderado de muchos corazones.

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