CON OTRA MIRADA

La historia, esencial para definir el futuro

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Con ocasión de celebrar el Día Internacional de los Museos y Sitios, el pasado 24 de abril comenté sobre la importancia del patrimonio cultural como fuente de identidad del pueblo que lo crea, produce y desarrolla, así como que su conservación es la única manera de garantizar su subsistencia.

' Esa política tiene el perverso objetivo de mantener la mano de obra al nivel de la encomienda.

José María Magaña Juárez

Aplicando esa premisa a la cultura, concepto más amplio que contiene a la educación en todos sus aspectos, hoy se la reconoce como generadora de riqueza. Para eso, desde el ámbito de la educación elemental, debe darse la condición previa de saber que existe, conocerla y apreciarla —requisito indispensable—, pues nada podrá ser conservado si no se le conoce, respeta y aprecia.

En cuanto a la economía, Francisco Roberto Gutiérrez Martínez indica que su enseñanza, independientemente de la ideología de la universidad que la imparta, tradicionalmente partió de dos propuestas. Una, la fundamentada en el cálculo matemático y, por tanto, predecible por la lógica de la ley de oferta y demanda; y otra, de la política, en la que las decisiones de producción, distribución y consumo, así como el uso de los recursos, se definen por razones subjetivas y, por tanto, imprecisas, aunque el propósito sea promover el ahorro nacional, fundamento de las potencialidades de inversión para la generación de empleos, producción y riqueza. Agrega que en los últimos años surgió el plan de la economía de colores: verde, azul y naranja. La verde para lo relativo a los recursos de la tierra, azul para los recursos del agua y la naranja para la industria cultural; es decir, todo aquello que genere arte, tecnologías de la información y la comunicación.

Según el Ministerio de Cultura y Deportes, en el 2007 el aporte de esas actividades superó el 7% del PIB. Unesco, midiendo ese efecto a nivel mundial, estimó para 2008 más de 2 billones de dólares, que implicó un crecimiento anual del 14% y una generación de 29 millones de empleos.

Hasta aquí todo pareciera funcional, y como país, estar en condiciones de apostar por un mejor futuro, dado el enorme potencial derivado de nuestra multiculturalidad en un contexto de rico paisaje, diversidad climática y naturaleza exuberante; por nuestra capacidad en los ámbitos de la pintura, escultura, música, teatro, danza; literatura, fotografía y artesanías… riqueza a la que se contrapone la inveterada decisión de impedir educar a la masa.

Esa decisión, como política de Estado, tiene el perverso objetivo de mantener la mano de obra al nivel de la encomienda establecida en el período colonial (1524), heredada por quienes declararon la independencia de España el 15 de septiembre de 1821, cuyo bicentenario alegremente nos preparamos a celebrar.

Y no es porque no tengamos registro de la historia. El Archivo General de Centro América y el Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guatemala contienen rica documentación desde 1524 hasta el siglo XX. El Archivo Histórico de la Policía Nacional, con valiosa información de violaciones a los derechos humanos de 1882 a 1997, permitió determinar procesos de justicia relacionados con la guerra interna (1960-1996), archivo declarado Patrimonio Cultural de la Nación, bajo la tutela del Ministerio de Cultura y Deportes. También están los archivos históricos de las municipalidades, en algunos casos al resguardo de personal capacitado, aunque la mayoría solo acumula el polvo de los siglos.

Los archivos permiten recuperar la memoria colectiva. Pero es indispensable que la población sepa de su existencia, conozca la historia y sus derechos, que lea y escriba para poder definir su futuro.

ESCRITO POR:

José María Magaña

Arquitecto -USAC- / Conservador de Arquitectura -ICCROM-. Residente restauración Catedral Metropolitana y segundo Conservador de La Antigua Guatemala. Cofundador de la figura legal del Centro Histórico de Guatemala.