REGISTRO AKÁSICO
La idea democrática naufraga en Europa
La integración del gobierno por medio de procesos formales de elección con garantías de libertad de expresión y oposición, conocida como democracia representativa, ha dejado de convencer a las grandes mayorías de la población. Durante muchos años fue el paradigma para la organización de diversas sociedades en el mundo. Aun los regímenes dictatoriales afirmaban ser pasajeros, obligados por las circunstancias, pero que repondrían el régimen político basado en la designación de autoridades en comicios. Ahora, por el contrario, el llamado a inconformarse por medio del voto para cambiar situaciones inaceptables o dañinas no consigue convocar a la ciudadanía.
' El espectro de la barbarie recorre el viejo continente en medio de bombas de humo y pedradas.
Antonio Mosquera Aguilar
Los comicios regionales en Francia muestran un abstencionismo del 67.2%, 18 puntos más que en la última elección. En algunas demarcaciones es escandaloso: en el Grand Est supera el 70%, en Pays de la Loire, 69.8%. La encuesta sobre las razones para no emitir el voto son lapidarias: el 40% menciona que su vida personal no cambiará para nada; el 35% señala que todos los candidatos son responsables solidarios de la mala situación regional; y el 34% arguye ser su única manera de protesta. Los partidos carecen de simpatizantes. La atomización es creciente, tal como aparece en los porcentajes obtenidos: en la llamada Francia insumisa: 4.6% lo obtiene el Partido Comunista, 13.2% Los verdes y 16.5% el Partido Socialista. Mientras tanto, el 29.3% para los conservadores y 19.1% para la nueva derecha, que deja de crecer. El gobierno que se autonombró mayoría presidencial apenas llegó al 10.9%; y de allí el resto, cada uno abajo del 3%.
El voto de comunistas, ecologistas y socialistas ha sido explicado como una persistencia nostálgica. De hecho, son las regiones atrasadas, con baja industrialización y poca actividad económica, donde se mantiene esa clientela electoral. Mientras tanto, la nueva derecha ha dejado de entusiasmar a sus votantes: obreros inconformes, vecindarios cercanos a la xenofobia y pequeños empresarios contrarios a los monopolios.
La situación descrita para Francia puede generalizarse al resto de países europeos. El desastre del discurso izquierdista es clave. Las ideas expuestas se caracterizan por la improvisación, la insubsistencia científica y la ignorancia histórica. En los debates, los líderes se equivocan en las referencias históricas en nombres, fechas y lugares. Las propuestas económicas, educativas y científicas no consiguen apartarse de los planes oficiales de la Unión Europea. No existen opciones frente a las decisiones asumidas en las instancias supranacionales.
La crítica corrosiva de la derecha descuella sobre la incapacidad de líderes socialistas y del comunismo renovado. Han sido elevados en el liderazgo izquierdista analfabetas funcionales, extremistas culturalistas incapaces de dialogar con el ciudadano promedio. Posturas animalistas partidarias de un veganismo generalizado, sin seguidores reales fuera de los excéntricos; extravíos sexuales donde no se considera el desarrollo hormonal, o el desarrollo muscular y hasta se niega la realidad de la vejez; demandas de repartos monetarios sin ninguna obligación laboral; y un ecologismo radical ignorante del aprovechamiento de la naturaleza con cuidados del entorno. Para no hablar de los problemas de seguridad pública. En las ciudades son constantes las batallas entre la policía contra bandas de gamberros o pandillas de jóvenes musulmanes desempleados. Cachiporras versus armas hechizas.
Europa dejó de aportar en la formación de una conciencia promotora de la felicidad del género humano.