si me permite

La paz nunca deberá tener postura de pasividad

Esperar que la paz nos llegue sería falta de responsabilidad; por ello hay que buscarla.

“La paz es para el mundo lo que la levadura para la masa”. Talmud

La paz es algo que nunca llega por sí sola, o bien que ella surge por alguna fórmula especial y esto implica que debemos   participar cada uno de nosotros para que  tenga un espacio especial en nuestra vida, como también en las relaciones interpersonales que tenemos. Dicho de otro modo, debe haber una participación deliberada de cada uno de nosotros para que se alcance la paz tan ansiada por todos.

El precio que se pagará para alcanzar la paz nunca será considerado alto si entendemos su valor.

Sin lugar a duda, cada uno de nosotros debe estar dispuesto a hacer su parte para poderla alcanzar, y cuanto antes mucho mejor. Posiblemente en el proceso tengamos que sacrificar algunos gustos o beneficios, pero cuando lo sopesamos, a la larga la pérdida no será tan grave cuando evaluamos el beneficio de tener una paz que no solo ayuda a las relaciones que tenemos, sino a nuestra salud individual.

Es probable que en algunos casos, cuando se le pide a alguien que ponga de su parte para que se pueda alcanzar la paz, no le interesa o bien no está dispuesto hacer lo que le toca. Esto en ningún momento debe desanimarnos para que sigamos adelante. Lo más sano será dejar a esa persona fuera del asunto y excluirla del proceso con tal de que logremos la paz, la cual es mucho más valiosa que algunas relaciones que tanto apreciamos.

Es sorprendente el proceso para alcanzar la paz. Puede ser doloroso y desafortunado, pero es válido cualquier precio, porque cuando la logramos es tanta la satisfacción y sus beneficios que todo esfuerzo habrá valido por el simple hecho de que no se desistió y se alcanzó el objetivo.

Es importante que como individuos siempre tengamos una meta de alcanzar la paz en todo lo que estamos involucrados. La historia deja constancia de aquellos que pagaron con sus vidas con tal de alcanzar la paz y con el tiempo han alcanzado el reconocimiento de héroes. Nadie que ha luchado por la paz será olvidado, sino con el tiempo será reconocido y admirado.

La cuestión es que debemos valorar no simplemente una paz momentánea por poder acallar las cosas, sino aquella paz duradera que, una vez lograda, se puede mantener, claro, con normas y parámetros que deberán   ser respetados por todas las partes. Por esa razón, las situaciones que se han vivido, las cuales han creado conflictos y sinsabores, una vez que se logran superar deben ser recordadas para que los que vienen después de nosotros conozcan a aquellos generosos y valientes que pelearon para alcanzar la paz y que nosotros debemos  saber valorar y convivir en esos parámetros, los cuales deberán   aceptar y valorar también los que vienen después de nosotros.  Cuando esto  se entiende  se puede hablar de aniversario de una paz alcanzada y conservada también.

Es digno de reconocer que los que viven en paz con los que les rodean reflejan una madurez y  esta les da dignidad. Por ello, cuando en algún momento surge algún conflicto con algunos, se les pide a estas personas que puedan mediar, porque ellas, siendo pacificadoras, saben escuchar y orientar a otros para que alcancen cierta medida de paz.

Qué bueno sería que a cada uno de nosotros nos reconocieran como personas que promueven la paz, porque, sin lugar a duda, es lo más valioso que podemos aportar a los nuestros donde estemos, hagamos lo que hagamos.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.