IMAGEN ES PERCEPCIÓN

La piel, el rostro y la sonrisa de las mujeres afganas

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Explicar en pocas líneas el contexto que condujo a los hechos en Afganistan es complicado, pero creo que se puede resumir con una sola palabra: “fracaso”, ya que “la misión” fue incapaz de construir bases sólidas. Se necesita mucho coraje para ser mujer y continuar viviendo en ese país, mucho más del que necesitaron los que lo invadieron durante 20 años y luego salieron corriendo a toda velocidad.

' El mundo no debe dejar solas a estas valiosas mujeres que tienen rostro, piel y manos, pero sobre todo sentimientos y coraje para luchar.

Brenda Sanchinelli

En redes sociales ha causado una profunda indignación las imágenes que muestran a los talibanes borrando fotos de mujeres en vallas publicitarias, que están maquilladas, mostrando su cabello y sonriendo. Las mujeres afganas son las primeras víctimas de la conquista de esa nación por los talibanes. Estas imágenes simbólicas que han dado vuelta al mundo muestran tan solo el incio de lo que podría ser una pesadilla.

Esto a pesar de que los extremistas talibanes han tratado de vender una imagen más moderna de su visión y han prometido que respetarán los derechos humanos de la mujer. Sin embargo, las primeras acciones que han tomado muestran todo lo contrario y reviven un pasado no muy lejano, entre 1996 y el 2001, cuando gobernaron el país imponiendo un régimen ultraortodoxo de la ley islámica.

Hoy Afganistán se ha vuelto un lugar muy peligroso para ser mujer y se está hablado de 29 restricciones terribles e intolerables que violan los derechos humanos. Por ejemplo: prohíben el trabajo femenino fuera de casa, salir a la calle sin un hombre que le acompañe (padre, hermano o esposo), estudiar, enseñar alguna parte del cuerpo, incluyendo los pies y las manos; deben llevar burka completa con una malla en el área de los ojos; reír o hablar en voz alta, llevar zapatos de tacón, maquillarse o pintarse las uñas de las manos (pueden cortarle los dedos si lo hace); usar pantalones aun debajo de la burka, tener relaciones sexuales fuera del matrimonio (lo que podría provocar que la lapiden o maten a latigazos).

En las ciudades conquistadas, las escuelas y universidades constituidas aproximadamente por una población estudiantil femenina del 60% ya han sido cerradas. Además, muchas mujeres han sido retiradas de sus lugares de trabajo. Los testimonios recogidos por los medios internacionales pintan un escenario de terrible peligro para la vida de todas las mujeres afganas. Muchas de ellas han suplicado que “alguien las ayude”. A pesar de que los propios talibanes han tratado de mostrarse más tolerantes y abiertos a la emancipación de las mujeres que hace 20 años, los abusos ya están ocurriendo y en cuanto más poder tengan, la situación empeorará.

Según Al Jazeera, el principal medio de comunicación en árabe del mundo, desde que los talibanes recuperaron el poder las mujeres que han intentado criticar al nuevo régimen o no seguir las reglas impuestas han sido humilladas o golpeadas públicamente, e incluso asesinadas. Y en varias ciudades, milicianos talibanes están ingresando a las casas para secuestrar a todas las mujeres de entre 12 y 45 años, con la intención de convertirlas en esclavas sexuales del grupo armado. Además, las cuentas de redes sociales también están siendo desactivadas o bloqueadas, lo que dificultará aún más saber cuánto empeorará la condición de las mujeres en la zona.

Los líderes talibanes han afirmado en repetidas ocasiones que las mujeres seguirían teniendo los mismos derechos bajo la ley islámica, incluida la capacidad para trabajar y recibir educación, como se dijo. Sin embargo, los testimonios del país demuestran ferozmente lo contrario. Hoy, más que nunca, el mundo no debe dejar solas a estas valiosas mujeres que tienen rostro, piel y manos, pero sobre todo una sonrisa, corazón, sentimientos y coraje para luchar. No las abandonemos.

ESCRITO POR:

Brenda Sanchinelli

MSc. en Relaciones Internacionales e Imagen Pública. Periodista, experta en Etiqueta. Dama de la Estrella de Italia. Foodie, apasionada por la buena mesa, compartiendo mis experiencias en las redes.