CON OTRA MIRADA

La presidencia de la Asamblea de Presidentes

|

Nuestro quehacer en la vida está o debería estar definido por un plan o al menos una lista de propósitos; aun así, nadie puede asegurar que se alcanzarán las metas y menos el éxito.

' Disfrutar las actuales circunstancias, ahora a los 74 años, como presidente de la Asamblea de Presidentes

José María Magaña Juárez

Al inicio de la década de 1980 me desempeñaba como Conservador de la Ciudad, elegante título del cargo de Director Técnico y Administrativo del Consejo Nacional para la Protección de La Antigua Guatemala, al tiempo que el Colegio de Arquitectos permanecía en manos del sector tradicional que lo había creado en 1963. El gremio había crecido con jóvenes profesionales que participamos en la transformación curricular y política de la facultad de Arquitectura (Usac) en 1972; mutación que provocó la creación de una segunda facultad, en la Universidad Rafael Landívar.

La efervescencia alcanzó al Colegio. Fui invitado a participar como vicepresidente en la elección de la junta directiva que presidió Francisco Chavarría Smeaton; secretario, Roberto Cárcamo Sandoval; prosecretario, Edgar Barrios Herrarte; tesorero, Carlos Granados Orellana; vocal I, Arturo Kepfer Cohrs y vocal II, Julio Roberto Búrbano Rodríguez.

A pesar de que fueron años de guerra interna (1960-96) y que la economía estaba congelada, en medio de la vorágine por el trabajo de la conservación de La Antigua Guatemala, llegamos a elevar nuestros planes de consolidación, reestructuración y puesta en valor de monumentos a cotas hasta entonces no alcanzadas, por lo que poco me enteré de las responsabilidades con la Asamblea de Presidentes de los Colegios Profesionales.

Debieron pasar 37 años para que cuatro grupos de jóvenes colegas me distinguieran, invitándome a competir por alcanzar de nuevo la Junta Directiva. Esta vez rivalizando con grupos cuyos intereses son más políticos que gremiales. De los 3,372 colegiados activos para el proceso de elecciones (Oct2020), 842 atendieron la convocatoria. De ese universo, 413 votaron a favor de los contrincantes y 415 por nosotros. Dos votos de diferencia me hicieron presidente de la Junta Directiva y, por lo tanto, miembro de la Asamblea de Presidentes de los Colegios Profesionales.

Cada uno de esos presidentes asume los cargos de la junta directiva de forma rotativa, en el orden en que se integra a esa cámara; puestos que se ejercen por dos meses. En otras palabras, cada miembro ocupará todos y cada uno de los cargos según le corresponde. Asumir esas posiciones no es ningún mérito sino sencillamente el deber de cumplir con lo establecido en el Artículo 5 del reglamento interno de la asamblea.

El pasado miércoles 14 me llegó el turno de presidir la junta directiva.

En todo caso, el mérito corresponde a los colegas que trabajaron arduamente para ganar la elección de octubre 2020, al valioso grupo de profesionales que integra la junta directiva del colegio de arquitectos y al equipo administrativo y de apoyo que hace posible el buen funcionamiento de mi colegio profesional.

Desde el punto de vista personal la apreciación es otra: todo un honor.

Saber y conocer de Arquitectura fue un deseo desde siempre. El período formativo universitario fue delicioso, pues tuvo lugar de los 18 a los 25 años, cuando los sentidos están dispuestos a absorberlo todo. La especialización en conservación de arquitectura en Roma a los 29 y ser electo Conservador de la Ciudad a los 31, definieron una ruta no prevista. Oportunidad que supe aprovechar.

Esta me llevó a disfrutar las actuales circunstancias, ahora a los 74 años, como presidente de la Asamblea de Presidentes por los siguientes dos meses. Privilegio que agradezco a la vida.

ESCRITO POR:

José María Magaña

Arquitecto -USAC- / Conservador de Arquitectura -ICCROM-. Residente restauración Catedral Metropolitana y segundo Conservador de La Antigua Guatemala. Cofundador de la figura legal del Centro Histórico de Guatemala.