SI ME PERMITE

Las relaciones de amistad nunca son estáticas

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“Un hombre ha de mantener su amistad en continua reparación”. Henry Fieldin

Cuando hacemos referencia de nuestros amigos en una conversación, consideramos que se nos entiende que nos referimos a aquellos con los cuales nos relacionamos en una dimensión especial y los que no necesariamente son parientes o personas con las cuales podemos tener alguna otra relación, sea esta de trabajo o vecindad. Esto implica que hay una relación además de las otras que pueden tenerse, y la amistad tiene una prioridad que valoramos de una manera muy especial.

' Cada nuevo amigo que hacemos implica un reacomodo de todas las relaciones anteriores.

Samuel Berberián

Es sorprendente cuando uno está con alguien a quien califica como amigo, es muy evidente para quienes nos están observando, porque nos sentimos no simplemente a gusto, sino mucho más que eso, reflejamos estar cómodos y disfrutando, no importando la temática que estemos hablando o simplemente estar compartiendo un espacio común.

Qué sorprendente es que las relaciones de este nivel nunca son estáticas, cada encuentro puede ser un paso adelante a una mayor intensidad de amistad que tenemos o bien puede ser todo lo contrario, porque, por lo que se diga o enfrenta, se está creando un distanciamiento en la amistad al punto de que puede llegar a perderse esa relación y referirnos a ella como algo del pasado y que en el presente ya no lo es.

Las relaciones de amistad tienen tantos detalles que se involucran al punto de que, cuando en un momento dado hacemos una nueva amistad, hay un reacomodo con todas las otras amistades que tenemos, y esto no necesariamente es algo consciente o deliberado, más bien es algo inconsciente, y algunos que se consideraban amigos muy cercanos tienen que tomar una nueva ubicación, por la nueva relación con una nueva persona en la relación amistosa.

Hay casos en los cuales, al recordar cómo iniciamos la relación de amistad, pueden traer recuerdos tan gratificantes porque, si bien fue algo accidental, dio lugar para que la relación continuara y en una modalidad más que gratificante, y también, por qué no, enriquecedora. Bien podemos decir que muchas veces nos juzgan los que nos ven, no tanto por quienes somos nosotros, más por quienes son nuestros amigos. En otras palabras, los amigos que tenemos determinan mucho de lo que somos y los intereses que tenemos.

Un elemento que muchas veces se nos olvida es que ser amigo de alguien exige no solo una lealtad manifiesta, sino también una disponibilidad única para cuando uno de ellos nos está necesitando o buscando. Por ello, lo más común cuando un amigo nos llama en un momento de emergencia es dejar lo que estamos haciendo y con una frase de disculpa nos movilizamos para ponernos a las órdenes en lo que nuestro amigo necesita.

Una sana reflexión que deberíamos hacer en algún momento es el modo como cuidamos lo que hacemos y como nos comportamos para que no estemos perjudicando a nuestros amigos por lo que hacemos. Por ejemplo, analizar si he de asistir a algún lugar, cómo afecta a mis amigos, o bien, si habré de expresar algo, cómo puede favorecer o no a mis amigos, porque uno nunca sabe cuándo alguien habrá de hacer el comentario de lo que hice o he dicho a mis amigos y ellos pueden verse afectados.

Finalmente, debemos afirmar que las amistades son un capital que debemos cuidar, de tal modo que sea rentable, tanto para nosotros como para ellas.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.