Nota bene

Los guatemaltecos en Estados Unidos

Respuesta a Megan Kelly

Estimada Megan Kelly: Su pódcast es generalmente edificante, pero lamenté su reacción a una fotografía en la cual aparece una mujer que porta una bandera mexicana pequeña y otra grande que combina elementos de la bandera de Guatemala con la de EE. UU. La foto fue captada durante las protestas contra las redadas por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU. (ICE) en la ciudad de Los Ángeles, California. Dicho sea de paso, esas protestas se politizaron y tornaron violentas. El vandalismo y los hurtos cometidos restan mérito a cualquier causa noble. Con relación a la bandera en manos de la mujer, usted exclama: “¿Qué es eso? Mitad Guatemala, mitad Estados Unidos: es un sacrilegio”. ¡Su reacción es injustificada!


Nadie niega que es preferible que las personas completen los trámites legales para vivir en EE. UU. No obstante, el proceso es largo y caro. En promedio, una persona nacida en Guatemala podría pasar entre cuatro y 25 años intentando acceder a la residencia o ciudadanía estadounidense, dependiendo de su situación particular. (También es difícil nacionalizarse en Guatemala… las burocracias gubernamentales son ineficientes aquí y allá). Este hecho, sumado a la política de fronteras abiertas de la administración Biden-Harris, llevó a miles de personas a ingresar a su país sin papeles en los últimos años, no porque tengan intenciones criminales, sino para labrarse un futuro mejor realizando trabajos lícitos.


La gran mayoría de esos migrantes abren sus corazones a la biculturalidad. Asimilan la cultura estadounidense sin repudiar la de su país natal. Admiran los elementos positivos de la sociedad que los recibe, y agradecen las oportunidades para potenciarse. Tan es así que Amazon y otros establecimientos venden banderas combinadas, o banderas de la amistad, de EE. UU. con México, Brasil, Francia, Nicaragua y más. Cuestan alrededor de US$11. Lejos de ser sacrílegas, estas banderas encierran connotaciones positivas.

Las banderas combinadas no son sacrílegas


Envilecer a los indocumentados es una estrategia del presidente Donald Trump para persuadir a sus electores de la necesidad de impedir por todos los medios la entrada a más personas indocumentadas. Trump da ejemplos de migrantes narcotraficantes, violadores, mareros y homicidas. Minimiza el hecho de que un pequeñísimo porcentaje de los millones de latinoamericanos residentes en EE. UU. han cometido crímenes horrendos.


Acarrea consecuencias negativas el estereotipo del viajero cuyo propósito expreso es delinquir en territorio estadounidense. Infunde temor en los ciudadanos respecto de los latinos en general. Alimenta la desconfianza y el racismo. El estereotipo oscurece la coincidencia en valores entre el Partido Republicano y muchos latinos con preferencias conservadoras; suelen atesorar la libertad, la responsabilidad, el trabajo honrado y la familia. El estereotipo empuja a muchos latinos a los brazos del Partido Demócrata, que los trata como una minoría necesitada de protección gubernamental y subsidios. Para sorpresa incluso de los republicanos, en las elecciones pasadas un porcentaje considerablemente mayor de hispanos votó por Trump, en parte porque su situación económica empeoró durante los cuatro años de Biden.


La derecha estadounidense debe abrir los ojos a esta realidad y esforzarse por tender puentes de amistad a la creciente población latina en su país. Sería más constructivo aceptar la posibilidad de una biculturalidad enriquecedora y alentar a las nuevas generaciones a abrazar un proceso de amalgamación como el que aconteció a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

ESCRITO POR:
Carroll Ríos de Rodríguez
Miembro del Consejo Directivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES). Presidente del Instituto Fe y Libertad (IFYL). Catedrática de la Universidad Francisco Marroquín (UFM).