RINCÓN DE PETUL

Los patojos de cambio

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Llega la Prensa a casa, con sus últimas hojas del año impresas para usted. En poco, este languideciente veintitrés, el sorprendente año vendaval, será historia. “¿Qué sabor te deja este año?” recién me cuestionaron. Los patojos, los jóvenes protagonistas que viraron de lo establecido, rápido saltaron a la mente.

' El presagio del futuro venidero es el sabor con que me quedo al final del año.

Pedro Pablo Solares

No es sencillo recordar en nuestra historia reciente cuándo semejante inesperado giro -como el de esta última vuelta al sol- se dio a lo que desde antes se anticipó. Siempre, los escasos cambios se dieron de forma más cansada; más, el resultado de largos procesos de transición y no tanto una sorpresa estupefactiva. Para la paz, por ejemplo, una meticulosa, concienzuda y hasta demorada sucesión de pasos y eventos fueron indispensables, antes de que en el 96 los firmantes finalmente sellaran pluma sobre papel. De forma similar, la aguda persecución contra turbios actores por Cicig en el 2015, tampoco fue una repentina o caprichosa actuación unilateral del comisionado Velásquez, como a veces se intenta describir. Drástica, como fue, antes hubo también un maduro proceso, que empezó desde los años de Berger, con el reconocimiento de que el Estado -por sí solo- jamás alcanzaría los recursos suficientes para enfrentar en solitario a las poderosas mafias que -por mucho- los superaban.

Pero, esta vez, el giro se dio en forma inesperada, latente; sigilosa. Por eso, de hecho, fue que el también infectado sistema electoral permitió inscribir al entonces anónimo Arévalo, con su Movimiento Semilla. Esto ya que jamás anticipó las probabilidades del modesto actor, ajeno al sistema corrupto que tomó a nuestro Estado. De hecho, puede pensarse que esa inadvertencia fue el único motivo por la que se le permitió participar. Su fracaso esperado quizás hasta servía a los propósitos de las mafias, para ridiculizar a la escasa oposición que corría en la boleta. Reviso los artículos que publiqué antes de las elecciones y me sorprende cómo era invisible que alguien ajeno al sistema tuviera un chance. Se requería, en todo caso, de una extraña alineación planetaria para que eso sucediera. Y de un grupo sectorial que lo empujara. La alineación planetaria fue el derrumbe de la demás oposición. El grupo sectorial fue la juventud, con alcances a futuro imposibles de medir o anticipar.

Hace unos años, cuando se dieron cambios tecnológicos que impactaron el acceso a la información, autores iluminados escribían sobre cómo se afectaría la orientación del pensamiento universal. El advenimiento del Internet, con sus ilimitados alcances al conocimiento, fueron un agente que cambió las reglas del juego dominadas, hasta entonces, en Guatemala, por un statu quo recalcitrante. Terco, cerrado, miedoso y obstinado con nimiedades de la oscura antigüedad. El arrollador voto masivo por cualquier ajeno al embuste conservador que dominó hasta el anterior ciclo electoral, es ahora una advertencia iluminadora. Porque los patojos de cambio, todos, de izquierdas y derechas, urbanos y campesinos, claros y oscuros, ricos y pobres, al unísono, reaccionaron. Un inspirador presagio del futuro venidero es el sabor con que me quedo al final del año. El veintrés; el de la sorpresa, que hoy es puerta a lo desconocido. Ojalá, por nuestra Guatemala, que esta esperanza alcance a prevalecer.

* Esta columna defiende los legítimos resultados electorales del 20 de agosto y cerrará semanalmente con este mensaje independiente al tema de cada artículo, hasta que suceda la debida e imperiosa toma de posesión del presidente y vicepresidenta electos, Bernardo Arévalo y Karin Herrera, el 14 de enero de 2024.

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.