DE MIS NOTAS

Más caro el remedio que la enfermedad

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Me escapé… Y aquí estoy, en una piscina, con el agua envolviendo mi cuerpo como un ropaje de deliciosa humedad y el sol calentando este envoltorio biológico, gimiendo la delicia de violar el obligado encierro draconiano durante las últimas 8 semanas, toda lógica de contención se viene abajo al comparar cuál de los dos me beneficia más. No es necesaria explicación alguna. Mi propio cuerpo lo afirma sin reserva, lanzándome un torrente de endorfinas, confirmando lo obvio.

' Ya llegamos al límite de costo beneficio para combatir el bicho ese que ha invadido en forma absoluta nuestras vidas.

Alfred Kaltschmitt

Ya llegamos al límite de costo beneficio para combatir el bicho ese que ha invadido en forma absoluta nuestra vida. Cada minuto, de día y noche, todo el sistema mediático del planeta lo aborda, lo ratifica, lo afirma, como el enemigo número uno, haciéndolo, con cada palabra, emisión o comunicado, más grande y peligroso. Y nosotros, seres humanos que somos, llevados como manada planetaria, nos comemos la narrativa diaria como lavativa cerebral. La diferencia es que no limpia. Nos llena, con la caca del miedo, el cerebro.

La ciencia y la interpretación analítica de la información han cedido a las conveniencias de la politiquería ideológica. Hay todo un movimiento a nivel planetario detrás de la presión para que este encierro prosiga hasta que no queden sino escombros. La estrategia tiene múltiples y diversas formas. En el ámbito médico, no son pocos los médicos a los que se les presiona para que estampen, como causa de muerte el covid-19, a toda enfermedad respiratoria, habida cuenta de que entre más mortalidad se le atribuya, mayor control de la narrativa del temor tendrán estos grupos. Y cuando alguien disputa las cifras, como sucedió con la conferencia de dos doctores de California en la cual afirmaban, después de analizar data y estadísticas oficiales, que de los 4.7 millones de habitantes del estado, las muertes por covid-19 eran, en ese momento, solo 1,227, o sea que una persona tenía 0.003% de probabilidad de morir por el virus, en virtud de lo cual cuestionaban la severidad de las medidas de contención, en términos del costo beneficio para todos.

El video en YouTube se hace viral y llega a tener más de 5 millones de vistas. ¡Pero, oh, sorpresa! Al ver la virilidad del video, YouTube elimina el acceso citando que el video “no sigue las políticas de la comunidad” (community guidelines), y confirma que todo aquello que no se ajuste o contradiga la información oficial de la OMS no será aceptado, implicando con esto que hay una censura de hecho para impedir el debate informado y el libre intercambio de ideas. Preocupante, porque la OMS no es un ente científico, sino político.

No hay ciencia. Se le impide a los fieles asistir a sus iglesias, aun guardando distancias, pero los bancos, los cajeros, los mercados y supermercados están atestados. El transporte público no funciona, pero la mayoría que aún tiene la suerte de tener un trabajo se va en taxi, unos encima de otros.

Nos levantamos y acostamos bajo las severas medidas draconianas que nos han impedido trabajar por el cierre. Los despidos se dan por decenas de miles, la quiebra de empresas es altísima. Hay hambre y desesperación.

Pero la economía la hace la gente. Y el instinto de sobrevivencia va abriendo por sí sola, lentamente, la economía. Los que dependían del transporte público se han buscado otros medios de transporte. El toque de queda motivó el inicio más temprano de actividades; el tráfico cada día se ha incrementado, señal que la sobrevivencia del “panal” tiene preeminencia antes que las fuerzas externas que lo acechan.

Ya aceptémoslo. El virus vino para quedarse. Tendremos que adaptarnos. La vida continúa. Hay que trabajar para vivir.

Presidente: Abra las puertas…

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.