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Mujeres rurales: sembradoras de vida y esperanza

Su labor, su lucha y su legado son misterios que el mundo apenas empieza a descubrir.

Durante octubre, el mundo se detiene un instante para reconocer a las mujeres rurales, esas guardianas silenciosas de la economía familiar y del alimento que nutre nuestros hogares.

Su labor, su lucha y su legado son misterios que el mundo apenas empieza a descubrir.

Lejos de la vida urbana, ellas trabajan la tierra, transformando la semilla en sustento, conectando lo más básico de la vida con nuestras mesas. El 15 de octubre es su día, el Día Internacional de las Mujeres Rurales, una fecha que entrelaza historias de lucha con otras efemérides como el Día Mundial de la Alimentación y el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Estas fechas nos invitan a reflexionar sobre las profundas desigualdades que persisten en nuestro mundo.

Del total de la población, el 46.1% reside en el área rural en Guatemala, mayormente se concentran en los departamentos de Huehuetenango, Quiché y Alta Verapaz, donde existe una diversidad sociolingüística con tres idiomas nacionales predominantes: k’iche’, mam y q’eqchi’.

Las mujeres de estas tierras, muchas veces invisibles, enfrentan barreras que parecieran insuperables: acceso limitado a la educación, salud, agua potable, energía y, sobre todo, a la tierra, ese terreno sagrado que ellas mismas hacen fructífero.

Según el Compendio Estadístico con Enfoque de Género, publicado en 2023 por el Instituto Nacional de Estadística (INE), las cifras reflejan una realidad desigual. Cuando se observa la participación económica, las mujeres apenas representan el 18% de la población económicamente activa, frente a un 36% de hombres. Y un dato aún más inquietante: solo el 3.7% de las mujeres rurales que trabajan en la agricultura tienen acceso a seguro social, mientras que el 23.4% de los hombres sí lo tienen. La brecha se ensancha también en los ingresos, donde las mujeres rurales ganan un promedio de Q1,634.20 al mes, mientras que los hombres perciben Q2,182.30.

Bajo esta breve descripción de la realidad guatemalteca, ¿cómo podemos promover acciones a favor de las mujeres rurales? En el Congreso de la República reposa la iniciativa  5452, Ley de Desarrollo Económico de las Mujeres, una propuesta que podría ser la llave para abrir nuevas oportunidades para las mujeres. Dirigida a las mujeres mayas, xinkas, garífunas, afrodescendientes y mestizas, la ley está pensada para crear espacios productivos, especialmente para las mujeres rurales. Su implementación, sin embargo, necesita un compromiso firme y un presupuesto que respalde la transformación.

Pero no es solo cuestión de leyes. Las instituciones del Ejecutivo, esas que manejan lo agrario, lo rural y lo económico, deben mirar hacia estas mujeres y ofrecerles acceso a la tierra, a la tecnología y a los recursos productivos. Es necesario, también, crear puentes que conecten el desarrollo personal con el familiar, ofreciendo educación, salud y servicios básicos como agua potable y saneamiento.

A las asociaciones y comités de mujeres rurales se les invita a levantar su voz y ser parte de los Consejos Departamentales de Desarrollo, donde podrán participar activamente en la formulación de proyectos que transformen sus comunidades.

Y a nosotros, quienes tal vez estamos lejos de los campos, se nos presenta una oportunidad sencilla pero poderosa: comprar directamente a las productoras locales. Adquirir frutas, verduras, granos y hierbas de manos de estas mujeres es más que un simple acto de consumo. Es un gesto de respeto, una pequeña acción que, como una semilla, puede florecer en un cambio profundo, promoviendo su empoderamiento económico y fortaleciendo el tejido familiar que ellas sostienen en silencio.

ESCRITO POR:

Mónica Mendizábal Juárez

Socióloga de la Universidad de San Carlos de Guatemala, con especialización en Estudios de Género por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Tiene una especialidad en Conflictividad Social y estudios de Maestría en Desarrollo Rural, ambas en la USAC