Catalejo

Nahualá e Ixtahuacán: urge terminar conflicto

Toca al Estado guatemalteco tomar las decisiones necesarias y urgentes ante esa situación.

El conflicto en Sololá desde tiempos de la colonia, es decir unos 300 o tal vez más años, entre Nahualá, de 60 mil habitantes, y Santa Catarina Ixtahuacán, de 48 mil, es un lamentable ejemplo de la separación entre las etnias quiché y mam, respectivamente, por motivaciones de disputas de territorios, entre otras causas. Su permanencia ha costado un número de vidas imposible de determinar históricamente, pero en este momento también es un ejemplo del fracaso de las mesas de diálogo porque no son mecanismos efectivos y tampoco hay voluntad de lograr un acuerdo. El gobierno actual instaló una de ellas hace ya un año, sin lograr nada. Toca al Estado guatemalteco tomar las decisiones necesarias y urgentes ante esa situación, cuyos resultados tienen el efecto adicional de dificultar la relación inter-étnica en el país.

Es inútil confiar en mesas de diálogo si no hay un tiempo determinado antes para terminar un conflicto histórico-social.

Toda mesa de diálogo está condenada al fracaso si no se establece previamente un lapso máximo para finalizar un conflicto. Si a eso se agrega la falta de voluntad real para solucionarlo, ni se admite la fecha de solución entre las partes, se vuelve una pérdida de tiempo y un afianzamiento del problema. El gobierno actual simplemente logra un acuerdo de intercambio de posiciones, sin mencionar cuándo deberá estar solucionado. Mientras, la confrontación se complica, como por ejemplo cuando los enfrentamientos dejan de ser discusiones y se convierten en intercambios mortales de balazos o choques con armas blancas contra ciudadanos muchas veces inocentes. Esta vez, y gracias a la tecnología actual, se comprobaron con videos los balazos y se conoce ya la muerte de seis vecinos y la desaparición de varios más.

Constituye un riesgo adicional la solicitud de intervención del ejército hecha por el alcalde de Nahualá, mientras el funcionario de Ixtahuacán afirma haber sufrido su municipio un ataque de hombres fuertemente armados. Mientras, los vecinos de ambos lugares ya han comenzado a marchar y a detener el paso de vehículos en la carretera a Occidente, y las autoridades militares desmintieron haber sido herido uno de los soldados enviados. En suma, ya no se soluciona por la vía an-tes mencionada, sino necesita de la intervención de fuerzas policiales, por ser eso uno de sus objetivos. No se puede repetir la matanza ocurrida en Totonicapán el 4 de octubre de 2012 cuando durante un choque entre civiles, policías y soldados murieron seis personas y 31 quedaron heridas, todas ellas quichés, víctimas junto con las viudas y huérfanos.

Al ser Guatemala un país con tantas etnias, un objetivo primordial debe ser estudiar los conflictos existentes o posibles para entonces establecer negociaciones antes del estallido de violencia y muerte. Existen varias instituciones dedicadas a buscar la unificación del gentilicio nacional: guatemaltecos. Esto no implica negar la existencia de grupos étnicos descendientes tanto de los mayas como de las tropas indígenas acompañantes de Pedro de Alvarado cuando llegó a Guatemala en 1524, lo cual influyó en la toponimia de los lugares conquistados. La terminación “-nango” por ejemplo. Pero ese es otro tema, por cierto muy interesante para conocer los tan lejanos orígenes de la confrontación Nahualá-Ixtahuacán, un factor necesario de tomar en cuenta. Para evitar las matanzas, los historiadores y conocedores tienen un papel fundamental.

Existe una muy seria posibilidad de “modernización” o “actualización” de las diferencias ancestrales, porque es absolutamente inocente no pensar en la actual y muy posible participación del narcotráfico en cualquiera de sus niveles a lo largo y ancho del territorio nacional. Ese factor ayuda a no confiar en las mesas de diálogo convertidas en ejercicios teóricos. La solución comienza cuando estas entidades logren convencer a los vecinos de esos dos municipios sololatecos de lo absurdo de mantener el derramamiento de sangre. Dentro de sólo doce días, los familiares de las víctimas pasarán una triste Navidad, orlada de lágrimas y de dolor de viudas y huérfanos a causa de la pérdida irreparable motivada por esa violencia ahora fomentada por gente irreflexiva y con mala intención.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.