PUNTO DE VISTA

Ni Siria, ni Cuba

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Dado que el apoyo ruso al régimen de Assad ha logrado mantenerlo en el poder, a pesar de las presiones norteamericana y europea en contra, de la guerra civil y una desastrosa situación socioeconómica y humanitaria, algunos observadores han sugerido que el apoyo de Putin a Maduro logrará también mantener su régimen. A este respecto es bueno recordar que Siria es el más antiguo aliado de Rusia en el Medio Oriente, desde la época de la Unión Soviética y la Guerra Fría, en efecto desde 1971 en el puerto sirio de Tartús está la más importante base naval rusa fuera de Rusia y la única en el Mediterráneo.

' Por razones socioeconómicas y políticas internas y externas, veo muy difícil la permanencia de Maduro.

Sadio Garavini di Turno

Además, para EE. UU. y la Unión Europea era muy cuesta arriba apoyar plenamente la oposición siria a Assad, porque se trataba de un peculiar “revoltijo” de grupos sunitas en buena parte enfrentados entre sí, entre los cuales había algunos ligados al ISIS y Al Qaeda. Por tanto, me parece evidente que Venezuela no es Siria, ni es comparable su relevancia geopolítica para Rusia.

Otros observadores alegan que en Venezuela se va a implantar un régimen totalitario similar a Cuba, que se ha mantenido por seis décadas, a pesar de un fracaso socioeconómico evidente y de la oposición de EE. UU. Se afirma que así como la URSS logró la permanencia del régimen cubano, así la Rusia de Putin logrará impedir la caída de Maduro. Estos analistas parecen olvidar que Rusia ya no es la Unión Soviética, la superpotencia de 320 millones, que fue capaz de subsidiar financieramente a Cuba por más de tres décadas con cinco millardos de dólares anuales, además de comprar su azúcar a precios de favor y financiarle todos los gastos militares. Rusia es actualmente un país de 147 millones de habitantes, con una economía inferior a la de Italia y apenas superior a la de España. Rusia no tiene la capacidad económica de subsidiar al régimen madurista, ni la capacidad militar de enfrentar a los EE. UU., particularmente en el hemisferio occidental. El objetivo ruso en Venezuela, además de proteger sus inversiones petroleras, es “molestar” geopolíticamente a los EE. UU. en América, en represalia a las sanciones y actuaciones norteamericanas en Crimea, Ucrania y Georgia. Pero no pueden ir más allá de la retórica y “gestos” simbólicos como enviar un par de aviones y unas centenas de asesores militares. Venezuela, además, no es una isla, la desastrosa crisis socioeconómica y la creciente diáspora, ya son cuatro millones los venezolanos que han salido del país, está afectando gravemente las economías de los países de América del Sur.

A diferencia de Cuba, que logró durante la Guerra Fría consolidar un sistema totalitario eficiente, Venezuela es un Estado depredador y forajido pero cuasi fallido, tiene vocación y objetivos totalitarios, pero le falta la capacidad y la eficiencia para concretarlos, ha perdido el control de buena parte del territorio nacional y el desorden, la anarquía y la corrupción son las características principales de la administración pública, incluyendo las fuerzas armadas.

En EE. UU., los profesores de relaciones internacionales Stephen Walt, de Harvard, y John Mearsheimer, de la Universidad de Chicago, muy influyentes en la administración Trump, están subrayando la necesidad para EE. UU. de mantener la hegemonía en el hemisferio occidental, para poder ejercer con eficiencia el papel de “balancín” decisivo en los demás escenarios geopolíticos mundiales. Esto implica el resurgimiento en el hemisferio de la No Second Cuba Policy de los años sesenta. A todo esto hay que agregar la presencia de decenas de miles de votantes venezolanos-americanos en Florida, y la importancia decisiva para Trump de ganar ese estado en el 2020. Por tanto, por razones socioeconómicas y políticas internas y externas, además de las geopolíticas mencionadas, veo muy difícil la permanencia del régimen de Maduro por mucho más tiempo.

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