CATALEJO

Niños, armas de guerra y ataques en escuelas

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La grotesca tragedia del asesinato de 19 niños y dos maestros en Uvalde, Texas, así como las otras dos matanzas ocurridas a los pocos días, sigue teniendo efectos negativos. Se celebró la convención nacional de la Asociación Nacional del Rifle (ANR) y fue lamentable la actuación de los republicanos de alto nivel, encabezados por Trump, quienes lamentaron en abstracto el hecho, aunque no dieron un solo mensaje de condolencia a los padres. Pero ahora acaban de publicarse por redes sociales dos videos causantes de asco, con dos niños como protagonistas, uno de tres años y el otro de siete u ocho, los cuales demuestran con hechos la increíble realidad de la tenencia, portación, adquisición libre de las armas de todo tipo, y en especial la actitud de los adultos a este respecto.

' La violencia es un efecto, no una causa. Lo potencia la relación con las armas y su uso en el cine y la TV.

Mario Antonio Sandoval

El primero muestra en una venta de armas a una mujer adulta, tal vez su madre, pidiéndole al niño de tres años desarmar un rifle militar de repetición. Cuando el niño lo hace, con sonrisa inocente y una perfección apabullante, el comentario de ella es “¡Qué adorable!”. ¡Adorable! En el segundo, otra mujer pregunta al niño vestido con una chumpa de camuflaje: “¿Qué quieres ser cuando seas grande?, y con una calma escalofriante, convencido, él responde: “Asesino. Mi cerebro me ordena asesinar. La primera vez que vi un asesinato, en mi cerebro empecé a preguntarme cómo me vería como un asesino. Quisiera matar a todos en este mundo, menos a mi familia”. Con su mente destruida, este pobre patojo ya es, sin saberlo —por supuesto— un asesino masivo en potencia.

Con estos dos terribles ejemplos, a nadie puede extrañar el primer lugar mundial de Estados Unidos con asesinatos por armas de fuego de toda clase, incluidas las fabricadas con propósitos militares. La deformación de la segunda enmienda, cuya lógica de hace unos 240 años era permitir a los ciudadanos defenderse de los animales en el bosque, más el pago de la ANR a los políticos para sus campañas son las causas de esta tragedia. La posesión de armas puede ser un derecho civil, pero no debe incluir tener armamento militar diseñado para matar a mucha gente en segundos y comprado libremente. La oposición a limitar el tipo de armas de fuego es, claramente, un apoyo indirecto a la muerte en un país donde el número de estas es superior a la cifra de personas.

En su edición electrónica de ayer, The New York Times publica un largo y acucioso trabajo con un listado de las matanzas ocurridas desde 1999, cuando ocurrió la matanza en la escuela secundaria de Columbine, Colorado con el resultado de 13 muertos y 23 heridos. La de Uvalde no es la primera de una escuela primaria. Hubo otra en Connecticut en el 2012, con 27 muertos y un herido, pero también otras cinco, dos de ellas en Florida, con decenas de fallecidos. La peor de estas fue en el 2017 en una escuela tecnológica de Virginia, con 32 decesos y 26 heridos, a las que le siguen una de 27 muertos, otra de 32, así como la peor de todas, con 49 decesos y 53 heridos en un club nocturno de Orlando, por citar solo las más notorias.

El excelente trabajo del NYT sirve para darse cuenta de la gravedad de la situación, del riesgo latente en escuelas, iglesias, supermercados, aceras, centros comerciales, todos ellos lugares donde el ciudadano tiene el derecho de poder ir sin el temor de matanzas cometidas por un loco, un asesino serial y, sobre todo, jovenzuelos desequilibrados. La libertad de comprar armas de asalto, diseñadas para asesinar sin posibilidad de fallo, no puede ser superior al de los ciudadanos y sobre todo a la de niños inocentes. El tema da para analizar la violencia en los juegos electrónicos, en el cine y en los programas de televisión, así como en el material divulgado por cualquiera en las redes sociales.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.