CABLE A TIERRA

No nos callarán

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El periodismo tiene un papel fundamental en la vida de nuestras sociedades. Contar con individuos y equipos de personas calificadas, con instituciones dedicadas a indagar en los hechos de la sociedad e informar continuamente, tanto lo que ocurre a simple vista como desentrañando lo que no es aparente, lo que se mueve bajo la superficie o a nuestras espaldas, y que afecta directa o indirectamente las vidas de todos, es una labor fundamental, que no siempre apreciamos lo suficiente. Si no fuera por la labor periodística de tantos hombres y mujeres en el mundo y en Guatemala, difícilmente nos enteraríamos la mayoría de lo que ocurre en los laberintos del poder, afuera de nuestra cotidianidad.

' El periodismo es un indispensable contrapeso para evitar los desmanes del poder.

Karin Slowing

Por estas razones, el periodismo, los medios de comunicación y los y las periodistas son de los primeros elementos que los regímenes dictatoriales, el poder, en general, intentan acallar, anular o destruir. En el 2021 Guatemala se ubicó en el puesto 116 de 180 países donde se midió el índice Mundial de Libertad de Prensa que produce la organización Periodistas Sin Fronteras. Poco nos falta para estar al lado de países que, por años, han anulado totalmente la libertad de prensa y el derecho a informar. Solo en el 2020 fueron asesinados 50 periodistas en el mundo, en países que no están en estado de guerra. Y en donde no se les asesina o encarcela hay un reavivamiento de las acciones totalitarias orientadas a acallarlos, levantarles causas judiciales sin fundamento, desprestigiar su reputación o amenazarles de múltiples maneras. En otros casos, quienes intentan acallar a los medios independientes les ponen competencia desleal o procuran su asfixia financiera.

En los últimos meses estamos viendo un agravamiento de todas estas situaciones en nuestro país y en Centroamérica. La veta regresiva y autoritaria se complace atacando a periodistas y medios informativos que no responden con la narrativa deseada por quienes han capturado el Estado y sus instituciones. Los periodistas comunitarios y departamentales son especialmente vulnerables, más en sociedades racistas y excluyentes como esta, que valoran tan desigualmente todo lo que se produce fuera de la ciudad feudal. Sin embargo, conforme avanza el autoritarismo, hasta medios y periodistas urbanos y conocidos nacional e internacionalmente están siendo amenazados. Así, el proceso va creciendo hasta que la censura se vuelve la norma para toda la gente. Inclusive instituciones internacionales que jamás hubiéramos podido imaginar están siendo plegadas a esta aberrante situación. ¿Acaso quieren que Guatemala termine como copia fiel de los países donde la libertad de prensa y la libertad de informar está proscrita y que tanto han criticado por años y años?

Estos fenómenos de “acallamiento” del disenso terminan, inevitablemente, cercenando la libertad de expresión para todos los ciudadanos. Nos devuelven al reino del temor, de la desconfianza de unos con otros, y a la imposibilidad de establecer lazos de cooperación mutua para resolver los problemas de la sociedad. Ya hemos vivido de todo esto en la historia del país y de la región, y sabemos lo dañino que es y lo difícil que es recuperarse de estas dinámicas. El periodismo es un indispensable contrapeso al poder absoluto, que es lo más dañino que puede haber para la humanidad. Los que nacieron a partir de 1985 no saben lo que significa vivir en una sociedad silenciada. Quienes ahora creen que su silencio es un bajo precio por mantener su posición social y económica, más temprano que tarde se percatan de que, cuando nos quitan ese derecho, todas las demás garantías terminan desapareciendo muy rápidamente.

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